―El otoño es la mejor estación para viajar ―piensas en voz alta, desnuda junto a la ventana, con la mirada en un horizonte imaginario.

―Señalaremos a ciegas un lugar en el mapa ―continúas con entusiasmo― y pasaremos allí el tiempo que queramos. Después buscaremos un nuevo destino, luego otro diferente…

Al volverte descubres que estoy vestido (el deseo ha dado paso a la realidad ―al miedo, dirías tú con razón) y la desilusión se dibuja en tu cara. Te beso, sabiendo que no volveremos a vernos.

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