Deberíamos tener fecha de caducidad

Deberíamos tener fecha de caducidad

Como de lo divino ya han filosofado muchos, yo lo voy a hacer sobre lo mundano.

Llegada a cierta edad ya no me pregunto el porqué estamos aquí y para qué hemos venido. Ahora lo que me pregunto es el porqué coño hay que llegar a viejo lleno de achaques. ¿A qué desgraciado se le ocurrió traernos a este mundo para ser el hazmerreir de otros seres humanos más jóvenes, mientras nos vamos convirtiendo en esperpentos de nosotros mismos, viejos y ajados, llenos de achaques?.

Deberíamos tener una fecha de caducidad e irnos de este mundo sin más.

Para que me entendáis un poco mejor, os voy a contar lo que me pasó ayer mismo.

Estaba yo en la cola de Hacienda para hacer unos trámites absurdos con el único fin de que el Estado pueda quitarme el dinero de una manera más ordenada y documentada y, lo que es peor, con mi consentimiento.

Ya no aguantaba más tiempo de pie, debíamos llevar una hora por lo menos allí, y empecé a enfadarme. Sin darme cuenta me encontré refunfuñando, que es uno de los síntomas que tiene hacerse mayor. Por fin llega mi turno. El señor de la ventanilla, cuando le explico lo que he ido a hacer allí, me da un papel descolorido y me dice que tengo que rellenarlo.

—Disculpe caballero, debe estar mal la impresora porque este folio está en blanco.

—Mire señora, el documento está bien, a lo mejor es que tiene que ponerse usted gafas.

Señoraaaaaaaa, señora tu madre —pensé yo para mí—. Luego noté cómo me subía la mala baba desde mis ovarios hasta la boca pero conseguí detenerla cuando llegó a mi laringe; no quería montar un espectáculo.

Cogí el impreso e hice el gesto de echar la mano al bolso para buscar las lentes. Me dio un tirón y no llegaba, así que incliné mi cuerpo 10º hacia un lado, es lo que me permite mi espalda, y dejé que el bolso se deslizada por mi brazo hacia mi mano pero cuando estaba llegando y debido a la postura, se me escapó un pedo… Me entró la risa nerviosa y el resto de personas de la cola empezaron a cuchichear. Yo miré de soslayo y sorprendí a algunos con cara de circunstancias y con un gesto de burla. ¡Cómo si nunca hubieran visto a una mujer intentando coger un bolso! Qué le voy a hacer yo si el médico me ha dicho que tome mucha leche para los huesos y me da gases.

Intenté visualizar la imagen absurda que estaba protagonizando y empecé a descojonarme hasta que me hice pis. Menos mal que llevaba las compresas para la incontinencia porque si no hubiera tenido que improvisar algo… no sé… tal vez que había roto aguas, total la barriga estaba inflamada y tampoco soy tan mayor.

No podía dejar de reírme, de hipar y de echarme una mano a los riñones y la otra, por instinto, directa a los bajos para hacer presión e intentar cortar el chorro; pero no me di cuenta de que llevaba las gafas en la mano y se chafaron. ¡Y ahora cómo iba yo a rellenar el maldito formulario!

Sin ningún tipo de delicadeza, me invitaron a abandonar la cola ya que estaba entorpeciendo al resto de personas. Aunque sé que se reían de mí, la situación me hizo pensar y desarrollar esta paranoia que me ayuda a filosofar y a hacerme preguntas como: ¿Qué sentido tiene venir al mundo para ver nuestras miserias? ¿Por qué hay que luchar tanto para tener este final?

Me fui al baño muy enfadada. Y digo yo ¿quién es el necio que nos ha traído a este planeta para acabar como un transistor viejo que nadie quiere oír?.

Se me ocurre que igual sería bueno que todos naciéramos con una fecha de caducidad y al llegar a ella, dirigirnos al contenedor negro y desconectamos de la vida, Al primer síntoma, nos testeamos para ver el nivel de batería que nos queda y cuando raye la línea roja, apretar el botón.

Otra posibilidad podría ser que al llegar a cierta edad, cada uno la suya según su naturaleza, dejáramos de cumplir años. Claro que la inmortalidad da un poco de miedito tal y como está el planeta de jodido. Entonces sería bueno que el tiempo siguiera pasando para todos y nos muriéramos cuando nos llegara la hora y así nos iríamos con la dignidad intacta y con un semblante agradable.

Porque imaginaos por donde se me fue a mí la dignidad ayer… ¿Qué necesidad tenemos de aguantar estas escenas constantemente? ninguna.

Esta mañana he ido a Haciendo a hacer unas gestiones. Cuando he llegado un vigilante me ha dicho que la cita la tenía ayer. Resulta que otro de los síntomas es que tenemos olvidos.

Al principio te dices a ti misma, bueno mujer, es un despiste que lo puede tener cualquiera. Pero llega un momento que tu mente está tan nublada que acabas olvidándote hasta de tu cara. Y te das cuenta de que cuando llegas a ese punto ya no hay retorno.

Entonces te aparcan en algún lugar y ya no eres nadie.

Así que he decidido reírme todas las mañanas, mearme encima cuando me vengan ganas, tirarme pedos mientras camino, gritar sandeces e insultos como una loca. Por fin he descubierto para qué sirve la vejez. Tienes licencia para todo. Me lo paso pipa desde entonces.

Oye, que no dejo títere con cabeza, jajajajajaja.

A veces incluso me cago en ‘to’.

Cosas que siempre he imaginado y verbalizado solamente en petit comité y que se supone que son políticamente incorrectas, ahora las vomito y las hago donde y cuando me da la real gana y soy más feliz que nunca.

Mientras a alguien se le ocurra una solución para este sinsentido, aquí estoy yo descojonándome de todo sin ningún tipo de remordimiento porque al momento se me va de mi vieja cabeza.

-Fin-

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