A veces un recuerdo ya no lo es

A veces un recuerdo ya no lo es

Cholupa

12/02/2019

A veces en mi mente hablo con personas, a veces porque no quiero olvidar decirle algo a alguien y se lo digo inmediatamente en mi cabeza, tengo una memoria, necesito hacerlo, y mejor hablarlo que escribirlo en una notita amarilla, y a veces porque quiero contarle algo a alguien y prefiero hacerlo en mi cabeza primero para no olvidar los detalles, a veces aquella conversación se queda solo en mi cabeza porque olvido lo importante que era, y a veces al hablarlo prefiero olvidarlo, a veces hablar te da otra perspectiva.

A veces en mi mente hablo conmigo, a veces no es como quien frente al espejo se cuestiona con un ‘¿Qué hiciste?’ cuando se equivoca, o como quien se alienta con un ‘¡Tu puedes!’ antes de una competencia, no, más bien me cuento cosas, a veces como quien relata algo que vivió o algo que quisiera vivir como si ya lo hubiera vivido; a veces la que escucha me mira sonriente, y a veces mira con lástima, a veces escuchar te da otra perspectiva.

A veces en mi mente hablo con personajes, a veces mi imaginación los crea con personalidades diversas, gustos particulares, cualidades y defectos, pero sobretodo cualidades porque asignar defectos es más difícil, no les puede poner un rostro pero sí una voz; a veces los personajes tienen recuerdos grandiosos que esconder, y otros tienen simplemente pequeñas historias que contar, a veces llegan y se van en un abrir y cerrar de ojos, y otros pueden duran años, a veces un personaje conoce más de uno de mis recuerdos, y ese personaje se convierte en un amigo, a veces un amigo te da otra perspectiva.

A veces en mi mente hablo contigo, a veces solo escuchas, antes de venir aquí ya te conocía, tú eras un personaje, mujer de cuarenta y tantos, noble, generosa, sensible, a veces ingenua, madre ejemplar de dos niñas, de voz dulce. Por favor no te sientas intimidado, no intento herirte o decirte que habría preferido que fueras una mujer y que tuvieras diez años más, a veces eso no importa, puedo notar tu compromiso por ayudarme, confío en ti tanto como confié en ella, es obvio que ella podrías ser tú, sus cualidades algunas de las tuyas, y tu voz… la que quisiera escuchar leyéndome un libro de esos viejos que tienes en la parte de abajo de la biblioteca, ese, ese pequeño libro amarillo que está al lado derecho del libro más grande, espera, ese lo conozco, Tus Zonas Erróneas de Dyer, tengo ese mismo en casa, edición 1976, no lo leí, no me gusta la autoayuda, la palabra ayuda implica que sea dirigida a otro sin narcisismos, por eso la creé a ella y fue mi mejor personaje, y ahora que te he encontrado no la necesito más, tú me ayudarás, me ayudarás más que ella; imagino una tarde fría, en esta misma sala que huele a polvo y café frío, tú cabello medio despeinado, sentado aquí, dándome un cálido abrazo, pero eso no te lo diré porque vas a creer que intento seducirte, y porque no quiero que creas que eres diferente a mi personaje, ella te interpretaba, era la mejor versión de ti, y a veces en las tardes frías ella se soltaba el cabello, se recostaba conmigo y me leía, y tu voz… no es dulce pero me resulta confiable, le dedicas más tiempo a escuchar que a hablar, y hablas con la verdad, a veces la verdad te da otra perspectiva.

A veces en mi mente hablo de la muerte, a veces ella se entristecía al escucharme, ella te interpretaba bien, tan bueno para escuchar y no juzgar, sensible, gracias a ella estoy aquí, ella me convenció de venir, y no habría podido hablar contigo si no hubiera hablado con ella primero, pero antes de contarte, antes de recordar, y antes de ayudarme quiero que sepas que a veces le tengo miedo a olvidar, más a olvidar que a dejar de respirar, olvidarlo todo, lo que amas, lo que eres, lo que deseas, no es todo producto de lo que recuerdos, no sería eso morir aun si puedes respirar? No sabes cuanto odio cuando quiero mantener algún recuerdo escondido y con el tiempo voy perdiendo pequeños detalles, empiezas a ver las cosas tenues, a tener lagunas entre un hecho y otro, se desvanecen sonidos y olores; a veces se mezclan tus recuerdos con los de alguien más, y es horrible tener un recuerdo medio tuyo y medio de otros porque como todo depende de la perspectiva, dejó de ser tu recuerdo, cambió, se perdieron piezas y también se agregaron otras, pero una pieza no reemplaza a otra, y a veces ese recuerdo lo perdiste, si pierdes los recuerdos pierdes lo vivido, y si pierdes lo vivido es que no has vivido nada, a veces perder te da otra perspectiva.

A veces en mi mente hablo de la vida, a veces ella se alegraba al escucharme, si en tu vida lo más valioso eran recuerdos, y si solo te quedan piezas dispersas de uno solo, que si evitas recordarlo corres el riesgo de olvidarlo, y si lo recuerdas corres el riesgo de manipularlo, sabes que has caído en una trampa, tu propia trampa; quiero que me entiendas, quiero que me ayudes, y sé que si hablo sobre ello lo harás, me gustaría contarte todo igual que se lo conté a ella, pero ya sabes que al contar con palabras un recuerdo lo conviertes en una historia, y el recuerdo de una historia en otra; era el último recuerdo que me quedaba, era hermoso, y se lo he contado a ella, y al contarlo se convirtió en horrible, así que te contaré una horrible historia hermosa sobre un recuerdo, que al terminarla será ya otra historia, y tal vez esa otra vuelva a ser hermosa, siento mucho decepcionarte, sé que esperabas un recuerdo, y no cualquier recuerdo, uno hermoso, pero a veces un recuerdo ya no lo es.

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