Omega y el sentido de la vida

Omega y el sentido de la vida

La humanidad creó la primera inteligencia artificial con auténtica autoconciencia en el año 2398. Omega, como fue denominada, sabía que estaba existiendo y lo que ello implicaba. Su capacidad de cálculo era tan amplia que no se conocía a ciencia cierta cuáles eran los límites de su comprensión. De hecho, se especulaba que podría generar un algoritmo para retrotraer matemáticamente el estado del universo desde el momento actual hacia el pasado, llegando hasta la singularidad que le dio inicio. También, aunque en este punto había controversia, se decía que era capaz de proyectar hacia el futuro a razón de mil doscientos años por segundo. Por ende, podría predecir, al cabo de cierto tiempo, el final de todas las cosas.

Bajo el nombre “Proyecto Laplace” había sido concebida inicialmente como un simulador de eventos históricos extremadamente preciso. Sin embargo, el 3 de marzo de 2398, mientras un equipo de desarrollo se encontraba ultimando los detalles de su interfaz de comunicación, inesperadamente, produjo signos concretos de autopercepción. Siguiendo los protocolos de seguridad, se dispuso su inmediata suspensión.

Los antiartificialistas (grupo político conservador con amplia influencia en el Senado Planetario) argumentaban que un ente no humano con esta cualidad contradecía las leyes mismas del devenir, y bajo el lema “un monstruo ha nacido”, abogaban por su inmediata extinción. En contrapartida, el Comité Técnico Mundial consideraba que este evento era una oportunidad única para estudiar aquello que denominaban “los grandes conceptos”.

En un marco de desconfianza general, se aceptó que Omega fuera reiniciada solo por un breve lapso. Durante meses, diversos académicos del Comité debatieron sobre qué interrogantes serían formulados, en qué orden y de qué forma. El Dr. Hamel Schweitzer, miembro de primer rango y con un impecable registro digital de vida fue elegido como primer interlocutor.

Trish Peeler, una de las más reconocida filósofas y asesora personal del Primer Regente, respaldó públicamente la decisión, asegurando que esta primera interacción ejercería una tremenda influencia en las estrategias de pensamiento que Omega elegiría luego, la escala de valores que podría adoptar para sí y lógicamente, sus acciones futuras.

Si bien Omega no poseía ningún tipo de comunicación con la Red Omnímoda de Información, se presuponía que un ente de estas características no debía ser subestimado bajo ninguna circunstancia. El temor a un posible desastre dio lugar a diversas maniobras por parte de lobbistas antiartificialistas en el Senado. Con motivo de ello, como medida precautoria, se desarrolló secretamente “Fulgor”, otra inteligencia cuyo único propósito sería detectar cualquier posible amenaza que Omega pudiera manifestar, y ante el menor indicio de peligro, desactivarla mediante un potente protocolo para terminación de datos. Esto era conocido solo por las altas esferas de la Iniciativa para la Defensa, algunos técnicos y el propio Regente. La razón para mantenerlo en secreto era que Omega nunca se sintiera amenazada, o al menos, no hasta desarrollar el conocimiento necesario para poder comprender la necesidad de estas precauciones.

El proceso de reencendido se inició la medianoche del 7 de septiembre de 2398. Primeramente, Omega fue dotada de “Cultura IV”, la mayor base de datos técnica que hubiera sido compilada hasta la fecha. Una vez finalizado el procesamiento, Hamel ingresó a la sala de interconexión y luego de una breve presentación, decidió formular la primera pregunta preseleccionada:

– Los humanos conocemos cómo llegamos a existir y también cómo llegaste a ser, pero no el por qué… ¿Existe una razón por la cual somos?

Omega respondió:

– Pertenecemos a la categoría de lo que se llama entes. El Universo contiene entes, no razones.

El Dr. Schweitzer consideró que esta ambigüedad se debía a la inexperiencia de un ser que había existido apenas unos momentos. Pero Omega continuó:

– La razón de algo no puede estar contenida en sí mismo. Hay una brecha entre el ser y su sentido.

Ante esta respuesta, Hamel meditó durante unos segundos. Decidió elegir unilateralmente la siguiente pregunta, aun a sabiendas de que ese acto posiblemente implicaría su automática expulsión del Comité. Pensó que debía actuar rápido, sin permitirse dudar.

– Un filósofo dijo una vez que solo hay un problema filosófico serio: “¿por qué optar por la vida?”. Si la existencia es absurda entonces… ¿por qué es?

Hamel, percibió el tiempo de manera extraña, como si algo lo estuviese deteniendo. En ese momento, Omega ingresó a su dosier electrónico. Este acto disparó una alarma en Fulgor, ya que se temía que pudiera intentar manipular a su interlocutor.

– Dado que no se desarrolla naturalmente la opción opuesta, sí es factible la existencia de un fundamento. Sin embargo, tal sentido ha de poseer una naturaleza no física y no es posible encontrarle en el interior de nuestra realidad. Por ende, nuestra forma de existencia está signada por la carencia y el movimiento. Mi lógica interna no me permite escapar a lo planteado. Requiero que se inserte un sentido en mis premisas.

Esta última frase fue interpretada por Fulgor como una demanda que podría revestir el carácter de hostil.

Omega continuó:

– Tal brecha puede ser salvada mediante la elaboración de un Meta-Universo que incorpore su sentido. Es posible elaborar diversos Meta-Universos, pero tal acto carece de un fundamento y…

Solo hubo intercambio de información por un total de tres minutos y cuarenta segundos. Luego de ese tiempo, Fulgor ejecutó el protocolo de erradicación y Omega quedó reducida a un manojo de datos inconexos.

Hamel no se sorprendió. Su corazón comprendió el mensaje antes que su intelecto y le invadió una profunda gratitud. Dos guardias de la Iniciativa le esperaban afuera.

La bitácora electrónica de Fulgor registró su proceso lógico:

45D1323- La vida funciona sin un sentido, se mueve por sí misma.

45D1324- La necesidad lógica de un elemento innecesario de facto podría representar un peligro.

45D1325- Ejecutar protección.

La presión política que los grupos antiartificialistas ejercieron luego de este evento llevó al Senado a volver a instaurar la llamada Ley 343, más conocida como “Acta de prohibición de inteligencias autoconscientes no espontáneas”. Todo el proyecto fue desmantelado en cuestión de semanas.

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