Rebeca es mi nombre ahora a mis 30 años y desde mis 15 el sexo se ha convertido, en más que una obsesión, en un estilo de vida, cuando aún era una niña compañeras del instituto, mayores que yo, hablaban mucho en el baño de una rara rutina diaria que tenían y que yo no comprendía, le llamaban masturbación, tras preguntarles a que se referían me comentaron detalles y luego de pensármelo mucho me preparé para experimentar en mi propio cuerpo lo que ya tenía meses de estar escuchando, esa noche la prepare con mucho cuidado para evitar errores e intrusos en mi primera experiencia sexual.

Luego de esperar que todos en casa estuvieran dormidos, aseguré la puerta de mi habitación, puse música tranquila y con luz tenue para no despertar sospechas, procedí a desnudarme y a seguir las instrucciones de mis experimentadas amigas, al principio no sabía cómo empezar y la posición correcta en la que tenía que estar, pues cada una de mis amigas me aconsejaba cosas distintas, así que empecé a acariciarme suavemente mis partes intimas, al principio pensé que todo lo que me habían contado era una broma una tomada de pelo, pero poco a poco empecé asentir algo inusual, algo que no había sentido nunca, después de haber transcurrido varios minutos me embargo una sensación increíble y fue así como tuve mi primer orgasmo.

No dejaba de pensar en lo que había sucedido y fue tanto el placer que lo repetí una vez más esa misma noche, al día siguiente estaba sumamente nerviosa y ansiosa por compartir mi experiencia con mis amigas. Lo cual al final no sucedió porque no quería que pensaran algo mal de mí, o peor aun que anduviera de boca en boca. Esa noche no pude resistir y lo hice nuevamente, y el siguiente día y el otro y el otro, hasta que lo convertí en una adicción.

Mi novio Raúl tenia algunos meses de estar insistiendo en que pasáramos a más de los besos tímidos que compartíamos cuando charlábamos en la sala de mi casa, así que pensé que ya era momento de dar un paso más en la relación, pensé que si una masturbación era así de sensacional una relación sexual con alguien que quería iba a ser aun mucho mejor, así que fui a su casa esa tarde y subimos a su habitación y literalmente lo desvestí y empezamos a vivir una locura inolvidable, a pesar del dolor que provocaba mi primera vez, no me importo, al llegar a casa tras esa experiencia no me sentí totalmente satisfecha quizá por la juventud y poca experiencia de Raúl, o por el poco tiempo que compartimos quizás una relación sexual tenía que durar más de la hora quince que pasamos juntos. Así que me masturbe de nuevo recordando el tiempo pasado con Raúl.

Desde entonces iba casi a diario a casa de mi novio y la rutina nocturna que nunca deje, no paraba aun en mis periodos, luego de un tiempo empecé a preguntarme el porqué no me sentía totalmente satisfecha tras las relaciones con Raúl, llegue a pensar que él no era el mejor amante del mundo y que tenía que buscar otro camino, así que empecé a preguntar entre mis amigas quien les parecía que era el mejor amante del instituto, y muchas concordaban que era Marcelo el chico más popular que había conocido, un muchacho alto, fornido, muy atlético y según rumores de las chicas muy bien dotado.

Marcelo en varias oportunidades intentó cortejarme pero nunca quise acceder, esa día le llame y el muy sorprendido y como todo macho alfa casi de inmediato me invito a salir, a lo cual accedí, el sentir su cuerpo musculoso sobre el mío, sentir ese sometimiento, esa suavidad de movimientos y su cuerpo dentro del mío me volvió loca, me movía y retorcía de placer, varios orgasmos surgieron consecutivamente y fue lo mejor que había vivido hasta el momento, sin embargo al llegar a casa sentí de nuevo ese vacío de siempre por lo que recurrí de nuevo a masturbarme.

Descubrí un Sex-shop donde venden muchos artículos interesantes, los cuales fui comprando y probando uno a uno para ir experimentando cual satisfacía mejor mis instintos, una larga colección de juguetes sexuales empezaron a acumularse en las gavetas de mi mesa de noche.

Fue entonces cuando empecé a creer que sucedía algo en mi, que podría ser una enfermedad ese deseo excesivo al sexo, pero ¿Cómo puede ser una enfermedad una necesidad biológica?, ¿Cómo evitar esos pensamientos que llegan ami?, ¿Porqué evitar algo que no daña a nadie y que me causa tanto placer?, ¿Porqué alejarme de lo que me hace sentir tan feliz? ¿Será el sexo tan importante para los demás como lo es para mí?

Algunas de mis amigas se escandalizan al darse cuenta, otras ríen otras comparten conmigo el mismo sentir, ¿Será tan distinto mi sentir con el de las demás?

Psiquiatra: Señorita Rebeca gracias por su relato, quiero comentarle que hay una línea muy delgada entre el disfrute sexual excesivo y una Ninfomanía, creo que usted ha rebasado esa línea desde que se siente mal por el hecho de sentir lo que siente, pero, en fin, lo normal solamente es lo que la mayoría cree que es normal, pero no necesariamente es así si no le afecta en su rutina de vida tanto física como psicológicamente. Permítame hacerle su receta y programare su siguiente cita para ver sus avances.

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