Preludio a los escritos, mi alma hace un extraño recorrido. Merodea lenta y apacible por los senderos de la obscuridad y el conocimiento, en ansias infinitas de hallar, el piélago prohibido, que me permita llegar a individuos desconocidos.

Hoy auscultó a través de la ventana lo que a su entender, refleja el rostro de aquellos seres que día a día deambulan, cargando sobre sus hombros, la pesada cruz.

El cielo se ha difuminado en pinceladas de ajedrez, teñidas de rosa y verde olivo por la aurora boreal, desbordando así, beatitud y benevolencia.

El silencio apaciguo y la respiración se hizo eterna, al compás del aroma de una taza de café.

Un instante y la veo pasar. Ella, la hermosa estrella. La que con sus audífonos ríe. La que a través de su sonrisa promete paraíso y felicidad. Ella, la juventud bendita, la inolvidable.


Siguiendo sus pisadas y a corta distancia …ÉL. Un hombre de rostro ovalado, cuyas arrugas combinan a la perfección con la mirada. Por el peso de su cuerpo y la experiencia adquirida, a cada paso, resuena el firmamento. No sonríe. tal vez ha reído suficiente. No obstante, la jovialidad y pacifismo sellan su rostro. Carga a la espalda, una maleta color café, y en sus manos, fuertemente atado, , un termo que hidratara su destino en el largo camino.

Antes de caer en la exacerbación espiritual. En el mismo poste, revolotea sin sentido, o tal vez no, el perro de mi vecino. Huele las paredes y puertas de las casas contiguas, y en últimas, marca territorio en el área transitada. Regresa a la puerta de su hogar, justo al frente de mi ventana, y queda mirando fijo al firmamento, como si antes de salir, hubiese deleitado innumerables páginas de un libro de filosofía. Pipo, le dicen al canino, de raza schnauzer, color gris; amo y rey de la cuadra.

Saliendo de su mutismo y retomando el ropaje, arremete contra los perros que merodean el lugar: Rottweiler, PitbullTerrier, Doberman, etc., que en su ferocidad, amenazan destrozarle.

PIPO


No podía faltar, la madre, la única, la especial. Ese ser que por todos los poros desborda amor y cuyo rostro hace imperceptible la cara dulce de su lindo bebe. La ternura se ha hecho vida y con ella, una canción.

Nada más gratificante que el dulce rostro de un pequeño, atado al cuello de su madre. Dicha escena puso sobre el tapete mi instinto maternal. Esa delicada franja de amor sublime que nace entre una madre y su pequeño desde mucho antes de ser concebido.

En contraste, deambulan igual. Ellos, los abandonados, los tristes, los que sobran, los sin rostro. Aquellos cuya existencia la sociedad en su indolencia señala, y otros, en su fútil desprecio les llaman indigentes y quienes aún más allá, les dicen, desechables. Su verdadero rostro ha desaparecido, lo absorbió la descomposición moral de una sociedad en decadencia.Por ende, deambulan sin dibujar su sombra, pues la misma les abandona. Seres hastiados y revueltos en la más vil de las miserias. Seres cuya mirada refleja la existencia del inframundo.


Tomada de: :https://noticiasya.com/2017/12/06/san-diego-tiene-la-cuarta-poblacion-indigente-mas-grande-del-pais/


Trata el relato de lo que puede observarse en los rostros de la gente, que transita la calle, vistos a través del ventanal, y al compás de una taza de café en una madrugada cualquiera.


FIN.



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