¡Oye! hace rato observo cómo me miras, ¿tú me conoces? porque yo a ti no.

Murmuró sin contestarle, tomó una foto y antes de retirarse lo miró de manera amenazante. Comenzó a insultarlo mientras veía como se alejaba alterado hacía ademanes de acercarse para detenerlo. ¿Qué irá a hacer con mi foto? -se preguntaba ofuscado- todavía podía detenerlo, aún seguía caminando por la misma calle.

¿Qué podría hacer con una foto mía? -volvía a preguntarse- miró su reloj ya rayaba la hora que había quedado para encontrarse con su amigo Oriel -hacía tiempo que no se reunían- ¡Sameh! -el efusivo y sonoro saludo de Oriel le ocasionó un notorio sobresalto- hola, qué gusto volver a verte -su saludo contrario al de su amigo, sonaba hueco, distante- Sameh, ¿qué te pasa? ¿así me recibes?. No, no lo tomes a mal, tu sabes cuánto te estimo, lo que pasa es que he tenido una experiencia bastante peculiar con una de esas basuras del otro lado, que me a desnivelado un poco el ánimo. Ya vamos no es nada.

-Oriel no se conformó con su explicación- dime, ¿por qué no le disparaste? cuéntame -le insistió- al terminar de narrarle lo acontecido, Oriel lo conminó para ir a darle alcance al sujeto -Oriel era conocido por ser uno de los prominentes dirigentes y uno de los más sanguinarios atacantes de los grupos milicianos que destruían las casas de los territorios que invadían, y, por su brutal insania al golpear hasta asesinarlos a quienes oponían resistencia al ver cómo derribaban sus casas, asesinaba a familias enteras- Oriel, no tiene mucha importancia. ¿Cómo que no tiene importancia? -le increpó con firmeza- vamos Sameh, yo le quito el celular y borro tu foto, vamos, vamos -Sameh cedió contagiándose de su ira empezando a correr detrás de Oriel- no tardaron en hallarlo, pues, todos sabían donde se concentraban los del otro lado en espera de algo de trabajo que sus victimarios invasores y asesinos les pudieran dar aún a riesgo de que los maten sólo por andar en las calles de sus opresores -calles que antes de las invasiones eran suyas- es el de casaca marrón -gritó Sameh- echaron la carrera hasta tenerlo en frente sin mediar palabra alguna Oriel con suma violencia lo tomó del cuello arrinconándolo contra la pared. -Sameh miraba deleitado como lo estaba asfixiando- Oriel rebuscaba entre las ropas de su presa el celular, ¡ya lo tengo! lo soltó no sin antes propinarle dos certeros puñetazos en el estómago que lo tumbaron al suelo.

Mientras el caído se retorcía de dolor Oriel y Sameh buscaban la foto en el celular sin poder encontrarla. -Oriel se puso de cuclillas y de los cabellos jaló la cabeza del desventurado joven hacia él- dime, basura, ¿dónde está la foto que le tomaste a mi amigo? dime ahora mismo o te muelo los huesos. ¿Cuál foto? yo no le he tomado ninguna -le contestó sabiendo que había llegado su fin- encolerizado, de una patada, Oriel le reventó el pómulo de inmediato la sangre empezó a salir por borbotones. Le arrebató el celular a Sameh y a pesar de esa escabrosa situación con calma volvió a revisar cada una de las fotos que tenía almacenado el celular, no había ninguna en la que estuviera Sameh.

¿Estás seguro de que te tomó una foto? -Sameh riéndose al ver cómo la cara del joven se deformaba por la salvaje patada le contestó que sí estaba seguro que le tomó una foto- quizá ya se la envió a alguien más y la borró -aseveró- Oriel volvió a ponerse de cuclillas, por última vez te pregunto, ¿qué has hecho con la foto? ¿se la enviaste a alguien más y después la borraste? ¡habla maldito! -el herido estaba con un ojo cerrado y con la boca doblada por la intensa hinchazón que aumentaba más y más- apenas podía balbucear, no se le entendía nada de lo que trataba de decir. Esta vez Oriel se le acercó lo más que pudo para poder entender bien lo que decía.

-Inesperadamente Oriel empezó a dar estentóreas carcajadas, se puso de pie y otra vez revisó las fotos del celular hasta detenerse en una- Sameh, mira esta foto -era la foto de un anuncio de empleo pegado en una ventana- ¿no es la ventana de la imprenta donde me estabas esperando? sí, si es. Esta basura estaba mirando el anuncio que estaba detrás de ti y le tomó una foto para no olvidar el número de teléfono, tu creiste que te miraba y que la foto te la tomó a ti. -Ambos Judíos unieron sus estentóreas carcajadas mientras destrozaban el celular del joven Palestino que yacía tendido en plena calle, sangrante y con el rostro desfigurado- chicas y chicos que vieron lo sucedido se acercaron al Palestino para escupirlo y para acabar con su vida lanzándole piedras hasta reventarle los sesos. -los Judíos no consideran seres humanos a los Palestinos-

Sameh debes controlar tus paranoias -le aconsejaba Oriel rumbo al almuerzo que los esperaba.

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