En una calle de Paris

En una calle de Paris

Lilian caminaba por las calles de Paris, había sido enviada junto a dos compañeros de trabajo, en misión de conocer sobre el desarrollo de la informática en Francia.

Una tarde en que la tarea encomendada estaba por concluir con éxito, decidieron dar un paseo por la ciudad, a fin de conocer algo de ella antes de viajar de vuelta a su país. Pero Lilian pudo ver que sus compañeros tenían en mente algo más que solo conocer las calles de la ciudad luz.

Los tres tenían en su país, a sus cónyuges e hijos. Lilian, una mujer muy joven, había dejado al cuidado de su esposo y de la nana, a sus dos pequeños, la menor de solo meses, por lo cual su deseo era cumplir lo encomendado y luego conocer algo del grandioso Paris, antes de viajar de vuelta a su patria.

Sus ojos bebían con avidez las bellezas de la urbe parisina. Sin notarlo, embelesada con la hermosura de aquellos lugares, y todo lo que en ellos acontecía, no tomó en cuenta que el manto nocturno caía sobre la ciudad, hasta que las luces encendidas se hicieron evidentes.

El temor a perderse hizo presa de ella, rápidamente se dirigió a la estación del Metro; con asombro vio que se encontraba vacío de usuarios, tal vez por el frío imperante esa noche invernal.

Sintió temor al ver pasar los carros, y no saber cual de ellos tomar. Tuvo que reconocer que estaba desorientada. En esos años no se contaba con celulares, mucho menos con móviles, como los que hoy tanto nos ayudan.

A punto de entrar en pánico, vio venir a lo lejos a un varón de estatura elevada, hacia el punto en que ella se encontraba, lo cual le provocó mayor temor.

Cuando pudo verlo a menor distancia y distinguir la dulzura de su mirada, sintió una paz inexplicable, la noble belleza que irradiaba el rostro de él, y todo su ser, era de veras impresionante.

Al pasar junto a ella la miró directo a los ojos, y siguió caminando. Impulsada por una fuerza misteriosa, se levantó de su asiento y le siguió, al verlo abordar uno de los vagones, Lilian, sin siquiera pensarlo subió también.

Buscó al misterioso joven; recorrió carro por carro, aún cuando no se había producido ninguna detención hasta el momento, él había desaparecido. Extrañamente el Metro la dejó cerca del único lugar que Lilian conocía mejor, le Cité Bergere, en donde estaba el hotel en el cual alojaban ella y sus compañeros.

Fue entonces cuando supo con certeza que un ángel la había asistido, indicándole con su actuar que línea la llevaría a su destino.

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