No desaparecerá, no. Tendremos que seguir recorriendo sus calles día a día, tendré que seguir recorriéndolas yo. Tendré que seguir llevando a todos al cementerio que está en el centro, en el centro geográfico, donde se alza el único pilón que sigue en pie, alzado a lo alto el día que empecé a vivir aquí. Tendré que seguir llevando a los muertos de este lugar, mi lugar, mi único lugar, seguir enterrándolos en círculo, en torno al gran y alto. Sus cuerpos ya bajo tierra cercando el centro, todos los que vivieron conmigo durante tantos años, los años de mi vida, los únicos años de mi existencia. Reviso casa a casa y retiro los cuerpos abandonados, hablo con los vivos. Hablamos de todos nosotros y de los recuerdos y del futuro de esta tierra, de esta tierra que no abandonaremos nunca, que no abandonaremos ni ya fallecidos. No lo haremos, no. Les pregunto en qué parte del círculo quieren ser colocados bajo nuestra tierra, la tierra del centro protegida por el único pilón que sigue existiendo desde siempre. Me detallan su deseo, dónde irán, dónde descansarán para siempre ya, la dirección de sus pies y sus cabezas. Voy anotando todo en mi cuaderno, escribiendo con mucho cuidado. Sé que seré el último que quede en pie, yo llegué cuando se irguió el único pilón que queda, sé que es mi deber hacerlo, hacer de este lugar un lugar eterno y siempre nuestro. Hoy tengo que ir al extremo opuesto, caminaré durante una hora para llegar, me han invitado a un café y un buen trozo de tarta de fresa y chocolate, el café estará calentito cuando llegue, un café de puchero, colado y servido en una taza preciosa de cristal. Al sentarme con ellos anotaré todo, seguiremos hablando hasta que atardezca, hasta que anochezca. Entonces volveré a casa ya de noche y divisaré la punta del pilón a lo lejos. Tardaré horas. Volveré a Vega, a mi único hogar, a mi única casa en este mundo. No quiero preguntar a nadie quién me enterrará a mí, nadie debe saber que me lo pregunto, sólo al volver. Sé que me dirán que yo seré inmortal, como Vega, aunque nadie viva ya ni recorra sus calles para hablar ni anotar nada, aunque nadie tome café de puchero dentro de las casas. Sé que no es verdad. Es Vega, mi Vega, reconocida para siempre, para el futuro, para todos vosotros. Todos en torno al pilón levantado. No quiero hacer la pregunta, no. Vega no debe saber nada, nada intuir. Vega no.

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