Recuerdo el día que mi amiga Bea me dijo que le caía mal su hija, “aunque ya menos” ¿Que madre dice eso de su hija?! pensé…. Ahhh claro, una que tiene una de 16 años. Ahora la entiendo. Yo tengo uno, casi 15. Acabo de llevarle sus púas para que pueda tocar la guitarra eléctrica en sus clases de música, que si no, no puede. Ohhhh tragedia.
Total, si yo no tenia nada mejor que hacer que tirarme a las calles, a pelearme con el huracán, porque lo de hoy parecía un huracán mire usted. Al mismo tiempo, intentaba esquivar la lluvia, que de manera despiadada, como si también yo le cayera mal, pretendía colarse bajo el paraguas para abofetearme la cara. 30 minutos de lucha infernal hasta que llegué a la escuela de música…¡planazo! Mucho mejor que quedarse en casa, donde va a parar.
Hola Ivan – amago de beso – retirada de cara …. ufff respira, no pasa nada, son los casi 15. Aquí te traigo las púas. – ¿Todas? , también la negra, ¿noooo? – Sííí, también la negra. Y un bocadillo para que meriendes, y las llaves de casa. Ten cuidadito a la vuelta que está el tiempo muy malo, y no cruces las calles mirando el móvil, que un día de estos…¿Me has traído el cuaderno? (me interrumpe), ¡¡¡el que te he dicho por el WhatsApp!!!. Con los ojos a lo Candy Candy el tono transformaba la pregunta en amenaza. Casi lo consigue, me faltó ná (que decimos por aquí) para sentirme culpable. Dios mío, el cuaderno, ¡el cuaderno!… ¿que cuaderno leche?
Que bien me está sentando el Pilates. Menos mal que “La Trini” me convenció para que me apuntara. Me viene de escándalo para las contracturas, y lo mejor, la cervecita de después, o clarita, si estoy a régimen. ¡Que hartura de régimen ya!. Pero lo que nos reímos, no está pagado. Ahí desfogamos nosotras, le damos el repaso: al niño, al padre, a la suegra, al que le toque. Y al profesor de Pilates porque no se deja, que ese sí que tiene un buen repaso. Las barbaridades que puede decir esta Trini con 3 cervecitas. Ella como es canija de nacimiento no sabe ni lo que es una Clarita. Y yo, que le meto los dedos, que me gusta escucharla.
“Cuidao” El Niño, ¡como se ha puesto con el dichoso cuaderno!. A mi lo que me faltaba hoy ya. Cuando empezaba a tranquilizarme, después de la bronca con el padre, que iba a perder el avión, “haberte echo tú la maleta” , ding, un WhatsApp. Ni dos sorbitos le había dado al té. El Niño, las púas, que se les ha olvidado cogerlas, pero del cuaderno, de momento no dice ni “pescao frito”. Ahí sí, guiñitos, besitos, y todas las caritas que se le pegaron al dedo. Como si no se las fuera a llevar igual. Pero en el mundo digital somos todos muy cariñosos. La de besos que podemos dar..
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Los pies reventados tenia ya de vuelta a casa, después de refugiarme de la tormenta en el centro comercial. Y esta lluvia que no para, ¡Jesús! Entre mantener el paraguas en vertical, esquivar los charcos, e intentar buscar una canción en mi MP3, no daba abastos. – Y lo tarde que se me ha hecho al final. Si es que se me ha ido el Santo al cielo en El Zara, “tota, pa no comprar na”.
Espero que esté estudiando en casa para el axamen de mañana, que na más que piensa en la guitarrita y en el móvil. Ayyyy Señor, esta juventud. En cuanto llegue a casa le preparo Espaguetis carbonara para la cena, que le gustan tanto (sonrío para dentro)
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El riiiinnnnng de mi teléfono me devuelve a la realidad. ¡A ver quién es ahora!
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¿Es usted la madre de Ivan?..Sí – ¿Como dice? .- creo que no le oigo bien, mentí, con un hilo de voz que me ahogaba en la garganta. Me quedé paralizada, como la mujer de Lot, en medio de un charco. Me faltaba el aire, nunca antes me había costado tanto respirar. No puede ser, pensé y de repente todo se fundió a negro.
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-¿Hay alguien ahí?… ¿hay alguien? – Tranquila, ya estoy con usted.
– ¿Qué ha pasado?
– Se desmayó, por el Shok..
– ¿Cómo?, ¿donde estoy?, ¿Cuanto tiempo llevo aquí?
– Un par de horas
El Señor de bata blanca que acaba de entrar, se me acerca y me coge la mano. ¿Como estamos Doña Marta? – “No me gusta su sonrisa compasiva”.
– Quien es la Señora mayor que está sentada junto a mi cama… ¿mamá? “ la veo muy viejecita de repente” . Clavados en mi sus ancianos ojos, aún húmedos. En un esfuerzo infinito, intenta sonreírme, mientras me coge la mano.
Estoy aturdida, la cabeza me va a explotar, y de pronto empiezo a recordar: la llamada, el charco.. ¿¿¿Y “el Ivan”?? grito. Es una pregunta desesperada, desgarrada, de la que no admite otra respuesta que la que uno quiere oír.
– Se recuperará, me anuncia el doctor. Tiene fuertes contusiones y varias fracturas, pero se pondrá bien. Es un chico fuerte. “Ahora sí me gusta su sonrisa, y mucho”.
No le dio tiempo a esquivar el Seat Leon, ni a terminar de enviar ese whatasap que no podía esperar.
-Entro en la habitación. En medio, arropado por toda la familia, lo veo, -“mi niño, tan chico” – ¡Mama! Nos abrazamos (flojito, que le duele) y nos besamos. Hoy sí, sin “caritas”.
Cuando vuelvas a casa te voy a hacer unos espaguetis carbonara para chuparte los dedos.
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