¿Cómo se abraza al que te golpeó?, ¿cómo se besa un rostro sin labios pero con afilados dientes?… ¿Cómo se avanza sin un camino?… ¿Dónde encontraré mis miembros?

Un día vi los ojos de uno de ellos; ellos que son tan lentos, ellos que viven para siempre, generación tras generación. Ellos que todo cambian.

Su par de enormes ojos cafés estaban llorando.

¿Por qué lloraría él? (o tal vez ella, es difícil saber el sexo de su especie).

Imagínate un ser gigantesco, con fuerza inimaginable, miembros capaces de tocar el cielo y voz estremecedora. Invencible.

La verdad es que le temía, desde antes que estuviera tan cerca. Ver su sombra pasar me ponía bien alerta.

Casi siempre este ser estaba solo, sobándose la cabeza, con la mirada perdida en lo «interesante de una pared con moscas». Cuando llegaba a estar acompañado, un ser igual a éste se la pasaba gritándole y, en varias ocasiones, se le iba encima con golpes.

Aunque no siempre era así.

De vez en cuando había lo que ellos llaman besos y abrazos. Eran seres tan extraños…

Eres tan extraño. Sí, te hablo a ti.

¿Recuerdas el día que dejaste esa ventana abierta toda la mañana? Bueno, ese día todo cambio para mí, pero sé que no lo hiciste al propósito.

Aquel animal entró, y como si algún enemigo mío le hubiese dicho dónde hice mi telaraña, fue directo hacia mí.

La ventana abierta me costó cuatro patas y media.

Fue ese mismo día cuando vi tus enormes ojos. Yo estaba ahí, tirada en el suelo. Con vida, pero haciéndome a la idea de que pronto iba a morir, sin haberme apareado siquiera.Y tú, tan grande y poderoso, tan fuerte, magnífico, vehemente e impetuoso… llorabas. ¿Por qué?

Seguro debió ocurrirte algo horrible.

Estabas en el piso, donde nunca te había visto. Entonces pensé que quizá también habías perdido tus patas, por eso no estabas de pie.

Ahora éramos un par de desdichados seres, olvidados por todo aquello que nos conoció, esperando el frío de la noche. Esperando la muerte.

Esperando.

¿Te imaginas lo impresionada que quedé cuando, tras una eternidad, te vi levantarte?

¡Te levantaste!

¿Acaso hiciste que tus patas volvieran a crecer?

Es por eso que te escribo éstas líneas y las dejo sobre la superficie donde bebes agua. Porque sigo viva. Porque gracias a ti, me levanté.

Gracias. Gracias.

Por ti intenté andar con la mitad de lo que soy… y descubrí que puedo. Por ti seguiré luchando por sobrevivir.

No te he visto en varios días, pero espero que si vuelves, leas con atención lo que voy a decirte:

Eres un Ser maravilloso. No deberías volver a llorar, y mucho menos volver a caer… pero si algún día llegas ahí de nuevo, recuerda cómo hiciste para levantarte.

Con admiración, yo.

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