Un ángel llamado Ihan

Llegó el día. Dios le dio a escoger entre la vida eterna y conservar sus alas o bajar a la Tierra en busca de la felicidad.

—Ellos serían tus padres —dijo Dios.

Miró sus preciosas alas y los rostros de sus futuros padres. De inmediato se enamoró de ella; de su dulce mirada y de su semblante de amor. Miró hacia él y vio a un hombre fuerte y decidido. De nuevo indeciso, volvió a mirar sus alas, las acarició con la yema de sus pequeños dedos… y respondió:

—Me voy con ellos.

—Sé muy feliz —dijo Dios, dándole un beso en la mejilla.

Ese día, un 26 de agosto del 2017, nació un hermoso bebé al que sus padres llamaron Ihan. Vio la felicidad en el rostro de mamá, y los brazos fuertes de papá le dieron la seguridad que necesitaba para ser feliz.

Lo que Ihan no sabía es que sus padres escapaban de un comunismo destructor que los arrancaba de la raíz de sus tierras natales, rumbo a nuevos horizontes lleno de esperanzas y de un futuro donde lograr la paz y la estabilidad. Escapaban caminando a pesar del sol abrasador, transpirando la angustia y la tristeza de dejar a la prole.

Llegaron a su nuevo cobijo llenos de esperanzas y metas por lograr. Una noche que ella cuidaba de aquel ángel, el hombre que había jurado amarla comenzó a destrozarlo todo a su alrededor. Ella, como una leona, se abalanzó sobre él protegiendo a su criatura. Enloquecido, en conflicto con sus propios demonios, con un cuchillo entre las manos logró arrebatarle la vida con un corte contundente. También atacó sin reparos al fruto del amor, arrancándole hasta el último aliento.

Al volver en sí supo lo sucedido. El pánico embargó su ser y la desesperación hizo que se lanzara al vacío imaginando su final. Sin lograr su objetivo, decidió arrodillarse ante los brazos de la muerte saltando a las ruedas de un vehículo en movimiento. Agonizando por minutos se arrepintió por sus actos y murió.

Dios, afligido por el padre que había escogido para su ángel, bajó a la Tierra y vio a Ihan en la cama donde yacía junto a su madre. Los tomó de la mano y se los llevó al paraíso, donde podrían disfrutar juntos de la vida eterna.