Las lagrimas de Yovana caían en el suelo, horrorizada por el suceso.

La veía mientras flotaba a los lejos como un espectro fantasmal, me pregunté que le habría pasado para verse tan marginal.

En medio del sonido agudo de su llanto escuché una voz que decía: «¿eres un ángel?» me acerqué lentamente, y al contemplar sus ojos llenos de ira y dolor infinito la escuché decir: «Aun me duelen los golpes en todo el cuerpo, me arrancaron el alma, destruyeron mi vida!», mirándola me senté a su lado, pude sentir los latidos de su corazón mientras con tono sollozante pronunció estas palabras: «prefiero morir, ayúdame a morir por favor, no soporto este dolor». Contuve tener mis ojos humedecidos, y le dije: «Es difícil decirlo pero dolor tendrás mucho o poco conforme pase el tiempo, no estoy en tu situación desoladora, no soy la profesional que necesitas, pero puedo ser tu amiga hoy, y si deseas, para siempre.»

Ella dijo: «No tiene importancia una vida como la mía, no tengo a nadie y una amistad no salvará mi vida.»

Yo: «La vida es lo más preciado mira los arboles como van gritando sus secretos al pasar el viento.» «Escucha las aves como cantan en lo alto aguardando por su seguridad.»

“Quizá la vida no es siempre mirar hacia arriba, porque la vida es como el columpio sube y baja, subir son esos momentos que te hacen sentir bien, y bajar es como te sientes ahora, pero debes recordar que mientras estas sentada en el sube y baja no importa si bajas, porque volverás a subir”. Luego le dije: «déjame limpiar tus heridas con este paño húmedo».

Yovana intentó sentarse con dificultad por el dolor de haber sido ultrajada y violentada, pero me habló con mayor confianza expresando que nadie la iba a amar como mujer después de esto, sin embargo sus palabras fueron erróneas, ella fue amada y felizmente casada.

Me pregunto, ¿cuáles son las palabras que nosotros nos repetimos y no nos permiten avanzar, pensamientos que hacen que nos alejemos de la realidad o nos inducen a querer desaparecer? Recuerdo los oscuros dias en que Yovana quiso quitarse la vida, pero es maravilloso haber sido parte de este camino porque logró subir tan alto que los peldaños parecían interminables.

El día de su boda, antes de dar el sí acepto, ella dijo: “me gustan los columpios!, y quería decirle a mi dama de honor que de niña solía subir en todos los sube y baja de los parques», luego reímos, y yo le dije: «Si no te hubiera conocido aquella vez en el parque, no hubiera sabido realmente lo que es el amor, la compasión y el valor de una amistad perdurable.»

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