Despertamos una mañana y mamá nos pidió que pusiéramos en nuestra mochila unas cuantas mudas de ropa, no entendía porque razón, estaba emocionadas tal ves iríamos de visita con la abuela, me gustaba visitarla pues nos contaba leyendas muy interesantes y divertidas, pero en esos días habían llegado una personas a vivir al pueblo que habían logrado que ya no me permitieran salir a jugar con mis amigos.
Mamá preparó unos panecillos para el camino, al salir de casa y caminar por la calle encontré a varios de mis amigos que también iban de la mano de sus papás con maletas en mano, corrí y le pregunte a mi amigo Daniel a dónde iba, contesto que se iban a vivir a la ciudad, me puse triste y pregunte a mamá a donde iríamos nosotros, solo contesto que era una sorpresa Mariana.
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Al salir del pueblo un camión nos esperaba, nos apresuramos a subir mamá, mi hermano menor y yo, pero no era el camión que nos llevaba a casa de la abuela, porque ella vivía hacia el otro lado, durante el camino pregunte a mamá porque nos íbamos de casa, solo respondió que no lo entendería. Cerca de casa había unas minas en las que trabajaban los del pueblo, pero unos días antes habían sido despedidos, sobrevivíamos con lo que nos daba la tierra que era lo que habíamos sembrado como maíz, frijol, calabaza; con nuestros animales del corral.
Era muy triste irnos de casa pero creo que la habíamos perdido antes sin darnos cuenta, yo trataba de entender la situación, al fina
l llegamos a la ciudad dónde cada uno tomo diferentes rumbos, tuve que despedirme de mis amigos.
Llegamos a vivir con una amiga de mamá llamada Laura, tenía una hija llamada Leticia con quién hice muy buena amistad, mamá consiguió un trabajo y mi hermano y yo entramos a la escuela, visitábamos a la abuela rara vez, crecí pensando en como sería el pueblo después de que todos salimos de ese lugar, pero mamá nunca quiso visitarlo nuevamente, así que cuando estaba estudiando la preparatoria decidí regresar, me acompaño Leticia, todo estaba muy cambiado sólo habían máquinas y camiones que sacaban lo que había en las minas, no había mas flores y árboles en el campo, me quede perpleja con la imagen pues el ser humano había terminado con todo aquello que yo quería de pequeña, con los espacios de reunión, las casas de mis amigos, el parque en el que nos reuníamos a jugar por las tardes, era como si nada de eso hubiera existido.
Desde ese momento decidí abrir un espacio en la ciudad en el que compartiéramos ideas para recuperar y trabajar por cuidar los pueblos de nuestras familias, estaba muy feliz pues me reencontré con Jorge, Luis, Juan, Valentina y Diana mis amigos del pueblo, con quienes compartía este sueño de trabajar por los espacios naturales, que son los espacios en los que crecimos y compartimos alegrías y tristezas de pequeños.
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