Ella detenida en sus preguntas se cuestionaba todo el tiempo si valía o no la pena tratar de dilucidar los secretos que envuelven la conciencia.

Se preguntaba sobre lo onírico. Los sueños que en ocasiones le inquietaban hasta el extremo de hacer extrañas premoniciones que sin explicación alguna resultaban como un acontecimiento real. Le fascinaba el estudio de la psique humana.

En ello cada día, cada hora, cada espacio de tiempo se imbuía en el estudio de Lacan, de Piaget, de Freud…Le resultaba impresionante que se pudiera sistematizar teorías para definir al ser humano.

Le parecía casi imposible que esos teóricos pudieran contrarrestar todas las emociones humanas. Por ello renunció a leyes teóricas. Se afincó en su propia norma, en su intuición, en su creencia, en lo que ella consideraba como válido desde su experiencia de mujer de mundo, que conocía su don y que lo elevaba por encima de la escueta dignación de las cosas.

Psicóloga por intuición, creó el Magical Psicology Word…miraba a sus pacientes, los confrontaba con esa manera tan suya de poner contra la pared, de hacer caer en contradicción, de inmovilizar su conciencia y no desear otra respuesta sino las posibles e imaginadas por ella.

La mujer adolorida por el peso de las experiencias de sus años, deposita en ella su confianza, le narra su pasado, le interfiere sus emociones mediante lágrimas, mocos y lamentos.

La calla de tajo. Le pasa un pañuelo de esos que vienen en módicos paquetes de cien por unidades. Se suena ella los mocos. Su pestañina barata se ha regado, dejándole esa extraña máscara ennegrecida que cubre ahora parte de su rostro.

-No tienes nada. Anoche soñé que llegaba una mujer a mi despacho, me pretendía narrar algo que tenía que ver con una extraña muerte.

-Yo durante mi sueño la vi, llorando y suplicante. Pero yo de un tajo la callaba como lo he hecho contigo.

-La mujer en mi pesadilla se ponía de pie y me decía con merecida alegría no tengo nada, mi ansiedad es producto de mi falta de confianza. -La abracé, la consolé y salió de mi consultorio como lo harás tú ahora, curada de ese vacío por la ausencia de quien te confronte y te diga el valor que tienes como mujer en el rol que desempeñas en tu núcleo familiar y en tu determinación social.

La mujer la atendía inquieta. Se levantó la consejera, se acercó donde su paciente. La abrazó con fuerza, le decía al oído unas palabras antes de sentir ese vagido tremendo que se convertía luego en alarido…para finalmente sentir como el puñal se incrustaba entre su espalda.

La sangre emergía a borbotones. La mujer con atisbos, perdida en el espacio, la mira con desprecio. Agonizante y desahuciada la Psicoanalista trata de indagar, sin embargo ella con un gesto le tapa la boca.

-Tu sueño se cumplió al pie de la letra:después de todo qué es la psicología sino llevar al paciente a la decisión. Gracias por permitirme ser.

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