El llanto del niño costero…

Cuando el verano del 2017 empezaba a regalarnos su siempre esperada estación de calor y color trayendo consigo recuerdos inolvidables, jamás imaginábamos que inolvidables serían las imágenes de tragedia desatadas por la furia de la misma naturaleza que casi siempre nos brinda lo mejor de su generosidad y bondad.

No recuerdo haber visto con tanto horror y espanto, la desgracia desde norte, centro y sur, no recuerdo bien que parte de mi querido Perú se “inundaba” más en llanto y desesperación, solo recuerdo las imágenes interminables de horror cual película de terror nos hacían unir en oración ante esta terrible situación.

Transmisiones en vivo de vidas perdidas, de vidas salvadas, victimas y héroes sin capa eran una constante por radio, televisión, redes sociales, todas transmitiendo las imágenes que se convertirían en el impulso solidario, quizá inesperado, demostrando así que ante la desgracia podemos ser una sola fuerza, un sentimiento de bondad y amor capaz de generar la unión de un país que siempre la necesitó y con tenacidad y coraje pudo demostrar.

No recuerdo haber visto la desgracia y la unión con tanta intensidad, no recuerdo haber sentido el dolor y el amor con tanta magnitud, no recuerdo haber visto a mi familia frente al televisor cambiar las lágrimas por sonrisa y lo admito con mucha prisa…también lloré, …. lloré si y lo digo con orgullo pues el peruano se quiebra, pero se repone cuando convierte el logro de un hermano como suyo…Porque el Perú somos nosotros, porque el Perú es mío y tuyo.