¡La maté yo!

El juez dio un golpe de martillo en la mesa mientras decía – Esperanza Rodríguez queda absuelta por el asesinato de Ana – La sala estalló en aplausos…

Minutos antes durante la declaración…

Ana llegó a casa sin avisar, yo tenía 17 años. Pasaba una mala época adolescente y la conocí en el instituto. Nos hicimos amigas inmediatamente, mis compañeras decían que no era buena persona, yo pensaba para mí -que envidiosas son- seguí creyendo en ella, hablábamos mucho a solas, pasábamos horas leyendo revistas de moda, dietas, cocina. Era lista y guapa, hacíamos deporte juntas y no salíamos mucho porque no le gustaba comer fuera de casa -demasiada grasa- tampoco le gustaba el alcohol -calorías vacías- y así poco a poco no necesité a nadie más, creo que hasta mi novio estaba un poco celoso porque a veces venía con nosotros a pasear, al cine pero nunca a comer cuando ella nos acompañaba.

Pasó más de un año y mis padres y yo cada vez nos llevábamos peor, el caso es que cuando mi amiga no estaba, mi mundo era un poco más relajado pero cuando volvía y se daba cuenta de que hacía cosas sola o comía algo sin estar ella o hablaba con mi novio o amigos, se enfadaba mucho.

Poco a poco me fui separando de todo y todos y decidí quedarme con ella. La veía cada vez más guapa y yo cuando me miraba al espejo llegué a odiarme, estaba gorda y eso que ella controlaba lo que comía, mis calorías, tanto las que ingería como las que perdía y siempre estaba a mi lado contando incluso las horas que dormía para que no fueran demasiadas, algún día le pedí que se marchara un tiempo que necesitaba estar sola, como el día que rompí con Alejandro mi novio, pero ella no lo entendió y se enfadó mucho -es lo mejor que te ha pasado tonta- me gritó. Y me quedé sin él.

Un día me desvanecí por la tarde, mis padres me hospitalizaron -desnutrición severa y deshidratación- dijeron. Querían ingresarme pero les prometí que me iba a poner bien que no se preocuparan y me dejaron volver a casa. Me encontraba bastante mejor, incluso contenta porque mi amiga no aparecía pero…a los 3 días volvió y yo empeoré.

Aquella noche no puede dormir, ella estaba allí conmigo sin separarse y no me dejó cenar. Esperé, pensé y cuando creí que dormía, me levanté despacito hasta la cocina, agarré el mayor cuchillo del cajón y un trozo de chocolate negro. Regresé a mi habitación, me acerqué a mi cama y con saña… la maté, no sangraba pero la apuñalé tantas veces que seguro la maté y luego…me senté en la cama con un trozo de chocolate negro en la boca saboreando mi triunfo dulce y amargo a la vez …

¡Soy culpable señor Juez, maté a mi amiga Anorexia! DEP.

(Dedicado a ti amiga, que no pudiste matarla. Nunca te olvido.)

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