DE LO MATERIAL AL OLVIDO

DE LO MATERIAL AL OLVIDO

Atardecía, los árboles con sutil aspecto acariciaban el paisaje, un lugar colorido lleno de flores, hierba, huellas de niños, perros y gatos. Una tranquilidad asombrosa en medio de una ciudad llena de cemento, ruido, hedor y tráfico.

Esa tarde Augusto, Diana y Sara salieron en compañía del hijo de tres años de Diana, en búsqueda de pan caliente y leche para cenar. Caminaron por esa misma acera como lo hicieron durante catorce años, con seguridad y libertad, riendo. Pero no, ya no era lo mismo, con el paso del tiempo las murallas se acrecentaron y los vecinos más lejanos.


Al llegar a casa después del trabajo Pedro el esposo de Diana con un semblante cansado, deteriorado y descontento, no había tenido un día muy agradable. Decidió invitar a todos a merendar y esperar que esa sensación pase, un helado de chocolate era una buena opción, ir al cine, pero era demasiado tarde por la siesta del pequeño.

Se concentró en despejar la mente y liberar ciertas inquietudes que le tenían mal. Pero el aire que cubría el lugar no era común, tenía un olor a dañado, a destierro y engaño. Algo se presenciaba en el ambiente, inmaterial, energético.

Al regreso del paseo, abrieron el portón, dejaron el auto en la zona de paqueo, Augusto el padre de Diana al regresar por su abrigo olvidado en el auto, fue tomado prisionero con un arma de fuego en la cabeza, lo despojaron, amarraron, retiraron todo objeto que tenía en su poder, incluido las llaves de su vehículo un gran vitara cinco puertas color aceituna. Diana mirando desde la puerta de la casa y con el único sentido de protección cerró la puerta con su padre fuera, intentó por todos los modos impedir que dichos malhechores ingresen a su refugio, su guarida llamado hogar. Bastó tres patadas de aquellos hombres llenos de adrenalina para arrojar la puerta e ingresar.

Mientras Diana trataba de proteger a su madre e hijo, su esposo había sido capturado cuando salió al encuentro de su suegro, lejos del auxilio y apoyo hacia su hijo. Quien gritaba desesperado _ ¿por qué haces esto? – ¿Qué hacen aquí? palabras que lograron conmover de cierta manera a uno de los ladrones, le supo manifestar _ Es un juego ya terminamos _

Palabras que no lograron calmar al niño, menos aún a los adultos.Arrinconados en la habitación del bebé, entre juguetes y prendas, entre sueños y colores. Pese a la armonía que podía emitir en algún momento el cuarto del niño, la energía de aquellos personajes invadieron la casa de una total frialdad y olvido.

Fueron sacando los bienes de la familia, televisores, computadoras, celulares, dinero y algunas cosas sentimentales. Se llevaron hasta los anillos de boda, una cobija y al gato.

El sin sentido fue apareciendo, el desequilibrio, diez minutos once segundos duró aquella experiencia que los motivó a un cambio, liberarse de lo material les sirvió para huir a su pueblo y empezar de nuevo. Ahora viven, realmente viven…

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