HIJO DETESTADO

La mujer es la más bella de las flores, algo que ningún hombre puede negarlo, pero su perfume puede ser, olor grato y embriagador, o al contrario, una fragancia letal; la cual cuando se aspira sin ninguna precaución, nos remite al lugar donde moran quienes pierden su capacidad de respirar.

Gloria fue una de esas mujeres, que, para castigo de los hombres; Dios le dio la belleza de un ángel y el esplendor del febo a pleno medio día, por estos dotes tan especiales, no había hombre que no tratara de conquistarla; pues ella con su frívola sensualidad, su felina mirada y su sonrisa halagadora, atraía a más de uno, los cuales como chacales defendiendo su presa, acudían a la lucha despedazándose entre sí, tratando de mostrar su fuerza para así impresionar a Gloria; la cual de gloria no tenía sino el nombre; porque, al fin y al cabo, solo era una diabla encarnada en una de las más atractivas de las criaturas.

Después de muchos batallar, Leopoldo, un campesino de racamandaca que forjado al sol y al agua y crecido en medio de toda clase de adversidades, sin tener en cuenta los desplantes que esta le hacía; por medio de la perseverancia que era característico en él; en contra de la voluntad de los padres de esta, y por supuesto de la misma Gloria.

Cierto día cuando el sol empezaba a cerrar el ojo, y las sombras de la noche daban sus primeros visos, mientras esta se dirigía a la cañada, para refrescar su encantador cuerpo, este la trepo en su caballo, y aunque esta pataleo y grito, la rapto y fue con ella al corazón de la selva, en donde la única compañía que tenían era la de las fieras y toda clase de alimañas, que los acariciaban continuamente, y allí bajo la sombra de un abedul, en la mullida cama de hojas caídas, al compás del vals, entonado por los grillos y el croar de los anuros la hizo suya.

Esta después de sentirse mancillada, sin tener la mínima noción de donde estaba, simulo su contentamiento y se mostró muy afable con su raptor y muy acuciosa le ayudo a construir la choza en donde se radicaron como pareja.

Allí duraron dos largos años, para ella claro, porque parta Leopoldo el tiempo no se movía, pues cuando se está con la persona amada, al tiempo se le olvida que debe seguir su trayectoria. Después de estos dos años gloria estando a punto de dar a luz; con toda la zalamería que caracteriza, a una mujer engatuso a Leopoldo con sus dulces palabras y este cedió y regresaron donde los padres de gloria; la cual fue recibida con mucha alegría por sus padres, ya que desconocían si ella estuviera viva o muerta.

Ahí nació su hijo, al cual llamaron Genaro, como su abuelo; pero Gloria lo detesto, por ser hijo del hombre que ella toda su vida había despreciado.

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