Apocalipsis emocional

Apocalipsis emocional

Amalia B.C

16/10/2018

Al principio de todo no podía creerme lo que me estaba sucediendo. Un cúmulo de sensaciones inundaban mis sentidos; tristeza, cólera, incertidumbre e inseguridad despertaban en mí devorando a pasos agigantados todo mi ser.

Situaciones difíciles e inexplicables de las que nadie está preparado y que son muy difíciles de afrontar.

Me diagnosticaron un tipo de cáncer en la sangre. Una Leucemia muy agresiva en la que los días parecían estar contados. Mi pesar crecía y no podía soportar tanto dolor. Lloré lo inimaginable. Una situación tan insoportable que hacía que el mundo a mí alrededor se oscureciera por momentos, llegando incluso a un Apocalipsis emocional.

Cuando empecé el tratamiento no dude un instante e intente ser fuerte, porque sé que no me quedaba otra, era vivir o morir. Aunque por muy poco consiguieron que todo fuera sobre ruedas. No tardaron en salir aquellos efectos secundarios que volvieron a hundirme. Mi boca y la pierna derecha se hincharon desmesuradamente. Paliaban el dolor con morfina y no dejaba de tener fiebres muy altas, noche tras noche, día tras día.

Una noche, no se si fue por el efecto de las drogas, tuve un sueño extraño donde un ser amorfo y flexible como una columna de humo negro,paseaba descaradamente a mi alrededor sobrevolando la habitación. Un frío glacial me hizo temblar. De pronto noté como entraba dentro de mí y como me estrujaba el corazón. Sentí dolor, mucho dolor.

Una sensación extraña me hizo despertar. Aunque no podía creérmelo había superado la primera etapa. Ahora solo me quedaban otras seis. Tras aquello, y a pesar de estar aislada casi todo el transcurso de la quimioterapia, mi mente se estaba despejando. Ya no sentía tanto temor. Ya conocía lo que me hacían y por lo que tenía que pasar. Existía el miedo, no voy a mentiros, pero era más soportable.

Decidí contra viento y marea salir de aquella pesadilla emocional. Encontré algo que llenaba aquellos momentos dolorosos, soledad y angustia que parecían amarrados a mi ser. Aparte del apoyo incondicional de mi familia, empecé a dedicarme enteramente a hacer puzzles de todo tipo. Por fin, esas pequeñas piezas de colores dieron luz a tanta oscuridad. Creó que llegue a montar más de seis de tres mil piezas. No sé. Conseguí evadir mi mente ayudándome a afrontar con valentía todo aquel mal trago.

Todavía y aunque han pasado muchos años de esta historia, a veces me golpea nuevamente la cruda realidad. Una enfermedad cruel y despiadada que nos arrastra al más oscuro infierno. Miles de personas la sufren. Unos la superan otros no. Pero hay que reconocer que aquellos que luchan terminan superándose a si mismos. Aunque no lleguen a vivir, aquellos que fallecen son dignos de ser recordados por su valentía.

En mi caso fue un acto de superación, con el que aún me asombro de la entereza que puede llegar a poseer una persona.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS