Mi reto diario

La vida es un reto diario y si no que me lo digan a mí, que cada día es una auténtica aventura de supervivencia, un reto en el que te dejas la piel a jirones e incluso la vida. He perdido a tantas amigas, jóvenes como yo, sin experiencia de vida, que han sido aplastadas y pisoteadas sólo por cruzarse en el camino de alguien a quien le han sido otorgados unos privilegios de fuerza y tamaño de los que nosotras carecemos.

Ayer mismo, sin ir más lejos, presencié sin poder hacer nada la muerte de varias. Ellas, como yo, ignoraban los peligros a los que se enfrentaban. En su inocencia pensaban que todos tenemos derecho a la vida, machos y hembras, fuertes y débiles. ¿Quién decide quién debe morir o vivir cada día?.

Cada mañana me desperezo y salgo a ganarme la vida. Solo busco el sustento básico, la comida que me permita seguir viviendo. Pero nosotras no vamos a la escuela y por lo tanto nadie nos enseña que en cada rincón hay alguien que acecha para hacernos daño, solo por el simple deleite de quitarnos la vida. Nosotras no vamos a la escuela.

Cada vez que veo a una amiga morir salgo corriendo y me escondo en cualquier agujero cercano. Sé que a eso le llaman cobardía, pero ¿qué puedo hacer si soy débil como ellas?. Aunque quisiera no puedo ayudarlas, solo huir y esconderme para no convertirme en una víctima más de la supremacía humana. Nosotras no vamos a la escuela y nadie nos alerta de los peligros que acechan en la vida diaria.

Hoy he salido de nuevo del agujero. Me siento fuerte y valiente, con más ganas de vivir que nunca. Ya he olvidado el duelo de ayer por la pérdida de mis amigas. Sé que si tengo miedo y me quedo escondida no volveré a salir más y estaré muerta de todas formas. Así que estiro mi cuerpecillo y asomo la cabeza, miro hacia la derecha y la izquierda. No hay peligro. ¡Adelante, hay que seguir viviendo¡