Habían atado el mundo con cadenas a un punto fijo en el espacio gracias a los avances tecnológicos.
Monki no era feliz y quería volver a su infancia.
Un día se cruzó en su camino una chica. Él había acudido a un grupo de terapia.
-A ver Monki, ¿que te preocupa?- dijo la terapeuta, -cuéntanos.-
-Pues todo es una mierda, mis amigos se casaron, mi abuelo murió, todo es diferente. Nada es como antes y eso me hace sufrir.-
-Eso no te hace sufrir-, dijo una chica.
¿Como? ¿que sabrás tú lo que me hace sufrir?
Sufres porque te has agarrado al pasado.
Claro porque era mejor.
Era mejor porque en el pasado no te agarrabas al pasado.
Nuestros científicos están trabajando para que nada mas cambie, no te preocupes Monki. Dijo la terapeuta.
Cómo que no se preocupe, dijo Wenda, si nada cambia el será infeliz siempre.
Si, pero por lo menos no será peor mi vida, que me quede como estoy dios mío.
A la salida le invitó a tomar un café. Y Monki, aceptó.
Él le contó a ella que de pequeño quería ser superhéroe.
Pero eres músico, yo admiro esa capacidad.
Si, pero es lo único que sé hacer y me gustaría ser inteligente.
Lo eres, dijo Wenda. Y ademas puedes salvar el mundo, eso te haría feliz.
Yo no puedo ser un superhéroe.
Tu solo no, dijo Wenda mientras le acariciaba la mano.
¿Quieres quedar mañana conmigo? Preguntó Wenda
Si, contestó tímidamente Monki.
Decidieron al día siguiente ir al fin del mundo juntos, para liberarlo.
Estaba rodeado por militares.
Tengo miedo, es ilegal y si lo han hecho por algo será.
No seas miedica, Monki.
No soy un superhéroe.
Si lo eres.
-Aquí no pueden estar, acompáñenme si no quieren resultar heridos- dijo un militar.
Atravesaban un camino de tierra y Wenda echó a correr.
¡Alto o abro fuego!
Monki se abalanzó sobre el arma con fuerza y echó a correr detrás de Wenda.
Se adentraron en el campo. Sonaban las alarmas y se oía a los perros ladrar.
-Monki, ¿que haces?-
Él se reía.
-No hay cadenas, soy libre, ¡te quiero!-
Ahora no Monki, escondámonos, no ha sido buena idea venir a liberar el mundo, podemos morir.-
¡Claro que podemos! ¡De otro modo ya estaríamos muertos! Ahora soy feliz, no pueden parar el mundo, tu eres la super heroína.
Los perros se acercaban ladrando junto con las luces de los coches patrulla.
BOOOOOM
Un estruendoso ruido hizo volar todo por los aires.
Adiós a los coches, a los perros y a las armas.
Wenda y Monki volaban por los aires, la inmensa cadena que ataba el mundo se había soltado y avanzaba a toda velocidad.
Wenda y Monki cayeron al suelo y rodaron unos instantes.
Soy muy feliz y quiero regalarte esta alegría, dijo Monki.
Yo también, contestó Wenda.
Tenias razón, ser un superhéroe me haría feliz, necesitaba cambiar el mundo.
¡Y el mundo cambia solo! Gritaron al unísono.
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