ANTES Y DESPUÉS DE LA INDIGENCIA- Esta es mi historia

ANTES Y DESPUÉS DE LA INDIGENCIA- Esta es mi historia

NORMA FLORES

24/09/2018

1976 Argentina. Verídico.

La familia era algo soñado, y algo imposible a la vez para mí. Cuando mi madre se fue para no volver; yo jamás imaginé el infierno que me esperaba. Yo tenía siete años. Tres hermanitos más quedaron conmigo, sin contar la hermanita de nueve meses que llevó mi madre, cuando corrió en brazos de otro hombre.

Ese día en el andén de la estación, mis ojos contemplaban la panza del tren que llevaba a mi madre con mi hermanita Estela. Ella nunca volvió, aunque sus últimas palabras resonaban en mi mente, me consolaron por muchos años: ¡volveré por ustedes!

Mi padrastro empezó a forzarme y a castigarme para que traiga para la comida, así que me pasaba el día entero deambulando “pidiendo limosna o robando “para llevar el pan, y no solo el pan que todos comeríamos, sino el alcohol y el cigarrillo de aquel padrastro lleno de pereza.

Lamentablemente no solo era castigos, de varas y cintos, también sufrí las torturas de sus abusos. Cuando me susurraba al oído y me preguntaba si me gustaba lo que él me hacía… me ahogaba el alma, mi vida no quería existir, no podía ver su rostro asesino de mi infancia, y cuando todos nos miraban en el pleno día, él me decía: ¡hija!

Lloraba por una familia con la idea que me lleve lejos, pero por otro lado me amargaba la idea de apartarme de mis hermanitos, que, a propósito, de los tres hermanitos que quedaron conmigo uno falleció poco después que mi madre se fue “él tenía tres añitos” murió por negligencia de mi padrastro. Él sufrió su muerte y casi quedó loco, tal vez de culpa, así que nos llevaba al cementerio a la luz de la luna, con una pala en sus manos, queriendo destapar la tumba de mi hermano muerto, para ver como él estaba, aunque nunca se animó a destapar la tumba; eso era un terrible momento para nosotros los pequeños.

Después de aquellos días sufrí de pesadillas, días tras días, por las locuras de lo que vivía, en mi casa, mi familia lo único que tenía.

Allí no existía el amor, ni la armonía, ni la protección de un adulto, era un día a día de sufrir y ver a mi padre alcoholizado, violento asustándonos a cada instante; era toda una tortura diaria. Hambre, soledad, desamor, abusos era lo cotidiano. “El abuso era solo conmigo” solo yo no era su hija. Mi madre se había juntado con él, cuando yo tenía nueve meses. Mi madre ya había abandonado a su primera familia, “un hijo y un marido” que tampoco era mi padre, Y A ese hermano nunca lo conocí. Ella me concibió en la calle, andando de aquí para allá, y nunca supo decirme quien fue mi padre.

Un día de esos mi limite llego a fin, era mi vida o la muerte; yo sentía no resistir; dejé a mis hermanos en sus manos, lleve conmigo el dolor de la perdida de mi hermanito muerto y la de aquellos que dejaba atrás.

En las calles viví mucho peor, sufrí más soledad, más abusos, más desamor; fue terrible, muy doloroso. Mi vida sin familia era terrible, añoraba vivir con un padre y una madre que me ame, soñaba con volver a ver a mi madre, pero solo tenía diez años, no tenía idea de cómo hacer realidad mis sueños.

Empecé a robar en las calles y a mendigar, viajaba de aquí para allá, yendo lejos, yendo cerca, nadie me notaba, caía presa y volvía a salir en manos de mi padrastro, que me volvía a encontrar una y otra vez en la cárcel.

Pero yo volvía una y otra vez a escaparme de él. Dormía en la calle, en las estaciones de trenes, en los colectivos hasta el ultimo recorrido, nadie me ayudaba, cada hombre que se acercaba, era para usarme.

Anduve sucia errante, con hambre, en la indigencia. Me pasaba de cama en cama con viejos que me tiraban unas monedas, mi vida era sin familia. Solo un gran sueño lleno de esperanza me mantenía viva. “QUERIA UNA FAMILIA”

Cuando legué a mis quince años, conocí al hombre de mi vida, él también con un pasado deplorable. Salió del hogar de niños y fuimos a vivir juntos “teníamos quince años de edad” luchamos con todas nuestras fuerzas para formar esa familia que nunca tuvimos, salimos adelante, aunque mi vida todavía sufría ataques de pánicos, opresión en el alma, por tantos dolores del pasado que me lastimaban el presente. Pero nada de eso me detuvo. Cuando llegué al límite de dolores en el alma y después de probar psiquiatra aquí y allá, me entregué a Jesucristo de todo corazón, él sano mis heridas, me dio las fuerzas que necesitaba para llevar adelante una nueva familia, era el sueño cumplido.

A través de los años Me nacieron seis hijos, de los cuales todos están sanos, el mas grande hoy al 2018 tiene treinta y un años, el más chico tiene siete. “MI ESPOSO ES PRINCIPAL DE LA POLCIA”

Tengo tres hermosas nietas y un nieto en camino, soy feliz, muy feliz, pero todo le debo a Dios, sin él nada sería posible.

Mi amado Dios, no solo me rescató de todo abismo, sino me regaló un precioso don, el de “narrar” tengo mas de 17 libros publicados, todos y cada uno de ellos con un mensaje de esperanza y de fe, en aquel que puede salvar vidas.

Sirvo a Dios con este don, y me siento feliz de la vida, me siento sana, llena de vida en sus manos.

Tengo testimonio para dar de su gracia, y de su GRAN AMOR, y su poder; y lo aré por el resto de mi vida, hasta el último aliento que me de mi amado salvador. “Jesucristo”

A mi madre lo encontré después de 22 años le entregué a Cristo y al poco tiempo se murió. A mi padrastro lo visité en sus últimos días, lo perdoné.

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