Khaled vivía en Alepo, allí era médico y con su profesión mantenía dignamente a una familia numerosa. Cuando la ciudad fue devastada por la guerra decidió que lo mejor era irse a Alemania, donde vivía su hermano Moaz, nunca iba a reconocer delante de sus hijos que estaban huyendo, pero él sentía que era así, huían de su propio país, convertido en una trampa mortal, en un tablero de ajedrez donde ellos eran los peones, las piezas prescindibles.

Sabía que aquel no era un viaje sencillo, pero allí, en la que había sido su ciudad durante toda su vida, no quedaba nada, solamente opciones de morir, él podría soportarlo pero necesitaba darles una alternativa a sus hijos, una opción de vivir sin miedo. Para irse malvendió sus pertenencias a una de las mafias locales surgidas al amparo del desamparo producido por la guerra. Iniciaron, con lo poco que podían llevar a cuestas, el camino hacia Libia, esta era la parte sencilla del trayecto.

Una vez en Libia fue fácil contactar con un patrón que les llevara hasta las costas de Italia, todo es fácil si se tiene el dinero suficiente. Por fin suben al barco, si es que se puede llamar así a una vieja lancha de pesca, en la que se amontonan junto a otras más de cincuenta personas de distintos orígenes, sirios, como ellos, afganos, nigerianos, somalíes, etc. El espacio libre es mínimo, todo esta ocupado por algún cuerpo que intenta acomodarse lo mejor posible para la dura travesía. No hay chalecos salvavidas para todos, Khaled procura que sus hijos tengan uno, nuevamente esto tiene un precio. Pasan cerca de una patrullera libia que les ignora y avanzan mar adentro. Cada vez ven más cerca la tierra prometida, el miedo y la esperanza acompañan a los viajeros.

De repente alguien da la voz de alarma, la lancha tiene una vía de agua, cunde el nerviosismo, gritos, los que no tienen chalecos salvavidas intentan hacerse con uno quitándoselo a alguno de los que han podido comprarlo, hay peleas, el movimiento hace que la lancha zozobre, todo es confusión, la lancha está definitivamente perdida, el peso del motor y del agua que la inunda, hace que la embarcación se hunda sin remisión. Varios cuerpos son arrastrados hasta el fondo atrapados entre los restos.

La noche es realmente negra en alta mar, todos gritaban, en un intento desesperado de llamar la atención de algún barco que pasara por la zona, nadie les oyó, y si lo hizo prefirió ignorar los gritos de auxilio y seguir su camino. Khaled y su familia se abrazan, él llora, pero procura que sus hijos no lo noten.

Las horas pasan y el cansancio hace mella en todos, cada vez se ven menos cabezas fuera del agua, la hipotermia y el agotamiento hacen que antes del amanecer nadie permanezca con vida. En la superficie del agua solo los cadáveres que tenían chaleco salvavidas dan fe de la tragedia que acaba de suceder.

Cuando la patrullera italiana se acerca solo puede rescatar 27 cadáveres, los otros 32 cuerpos nunca aparecerán, entre ellos los de Khaled y Ghada, su mujer, que para proteger a sus hijos habían renunciado a sus chalecos salvavidas.

En el mar nada orgánico se desperdicia y los cuerpos de los compañeros de viaje de Khaled, así como los de todos los que han fallecido en esta sangrienta migración huyendo de la miseria o de las guerras de sus países de origen y que han encontrado en el mar su ultimo destino, pasan a ser alimento de los peces y organismos que viven en él. Los muertos pasan a formar parte de la cadena de la vida.

El atún rojo pasa el invierno alimentándose en las frías aguas del atlántico y cuando el tiempo mejora migran al Mediterráneo para reproducirse. El atún es un voraz depredador y se alimenta de peces, crustáceos y cefalópodos.

David es médico en Madrid y todos los años pasa una parte de sus vacaciones en la costa mediterránea española, uno de sus mayores placeres es comer, junto a su familia y amigos, una buena porción de atún rojo, para él un auténtico “placer de dioses”.

Puede estar tranquilo, no hay duda de que el atún está alimentado con lo mejor del mar, un menú en el que no faltan, aunque sea en minúsculas porciones, sueños, ilusiones y esperanzas.

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