00:12 a.m en aeropuerto de Madrid-Barajas

No veía la hora en que llegáramos al aeropuerto, la verdad es que el viaje desde Almería se me ha hecho pesado. Pero bueno, ya estamos aquí y puedo decir que ha pasado lo peor.

Estoy en el aeropuerto, con mi maleta preparada, los billetes imprimidos y la tranquilidad de que aún quedan 7 horas para que salga el avión. ¡7 horas! Casi lo había olvidado, la nochecita que nos espera en el aeropuerto, no sé cómo pude hacer caso a mi amigo Benin. Si es que Benito siempre tiene que ser tan aventurero y ahorrador, sobretodo ahorrador. Cuando estábamos sacando los billetes, me dijo que no nos compensaba sacar una noche de hotel para dormir unas cuantas horas.

Y mientras me altero recordando nuestra conversación, pienso en el lugar donde me he sentado. Estas sillas de aeropuerto parecen de piedra, debe de haber otra zona donde las sillas sean algo más cómodas. Mientras paseo mi mirada por el gran edificio que compone la terminal 4, me desilusiono al comprobar que todos los asientos son idénticos. ¡Madre mía! ¿Y aquí tendré que dormir esta noche? Estoy segura de que el suelo es más blando en comparación con estas sillas de plástico malo y estos inútiles reposabrazos. ¡Voy a matar a Benin!

– Hablando del Rey de Roma…

– ¿Sabes de donde proviene esa expresión?

– Benin, pues la verdad es que no.

– “Ruin de Roma” haciendo referencia al rey de Roma, aunque en su origen no existía la palabra rey y era ruin, y ese ruin no era otro que el mismísimo Pontífice de Roma- me informa Benin con humor.

– Historiador tenías que ser- contesto yo con el mismo tono humorístico.

– Gajes del oficio. Por cierto, ya estamos aquí, ¿Contenta? Al final sí he encontrado el baño, está justo detrás de esa tienda de souvenirs.

– No me hables que aún no sé cómo vamos a pasar la noche en estos bancos. Además, tengo un hambre, iré a buscar alguna máquina…

– Ajá, en eso sí que he pensado yo. ¡Mira que bocadillos de chorizo!

– No me lo puedo creer, tú eras el de la peste a chorizo del bus. Aunque ahora te lo agradezco, tengo un hambre…

– Aquí tienes, come todos los que quieras, creo que llevo bocadillos para todo el aeropuerto.

03:15 a.m en aeropuerto de Madrid-Barajas

– Aún nos quedan 4 horas Beni, no estoy durmiendo nada y nuestros temas de conversación se están acabando- digo con más desgana de la que pretendía.

– ¡Qué ganas de ver a Juana! Hace tanto que no estamos los tres juntos…

– Sí, parece mentira que hace 2 años que no nos vemos. Es una pena que nuestras obligaciones y trabajo no nos hayan permitido ir a verla o ella volver a España.

– Fue muy valiente de coger las maletas y buscarse las habichuelas en otro país.

– La necesidad es la necesidad Benin y yo creo que su pequeña hija Clara fue un factor clave en esa decisión. No puedo creer que Raúl la dejara sola con la niña…

-Ay mi Clarita, ya tiene 3 años. Cuando hablamos por teléfono y me dice tío Benin se me cae la baba.

– Y ahora Juana se va a casar, me alegro tanto de que ella y Alfons hayan dado el paso. Son una pareja muy bonita.

– Bueno, eso le pega, lleva diciendo lo de casarse desde el instituto. No como nosotros, que moriremos rodeados de gatos- me dice Benin con una gran sonrisa.

-Tiempo al tiempo Benin, las cosas llegan cuando tienen que llegar.

06:30 a.m en aeropuerto de Madrid-Barajas

– Vamos Sara, ¡Despierta! Ya veo movimiento de gente y trabajadores.

– ¿Eh? ¿Qué hora es?

– ¡Vamos! Ya podemos ir a pasar el control.

Y como no podía ser de otra forma, Beni fue retenido en el control. Le hicieron abrir la mochila, su bolsa de la comida y le obligaron a tirar la botella de agua. Evidentemente, esto era lógico por el control de líquidos, pero su preocupación eran los bocadillos de chorizo. Suerte para él que esto si lo pudo guardar en su bolsillo del chaquetón, ante la mirada de sorpresa de los asistentes. Yo no dije nada, como si no lo conociera. Y luego con la maleta, no me podía creer que su maleta superase en 5kg el peso permitido.

– Bueno, ya estamos subidos ¿Estás más tranquila? Yo ahora sí que me estoy poniendo nervioso.

– Beni, ¿Se puede saber qué llevas en la bendita maleta para que pese tanto?

– Pues quería llevarle a Juana figuritas de mármol del pueblo. ¡Le encantan!

– ¿Figuritas? ¡Ay madre!

– Oye, ¿Esto cuando despega?

– Tarda un rato, mientras hacen las pruebas… ¿Qué buscas ahora en el móvil?

– 2918 km

– ¿Cómo?

– Hasta Varsovia serían 27 horas en coche.

– ¿Y? El avión es maravilloso, en unas tres horas y poco estaremos en Varsovia, no te preocupes Beni. Sé que te da miedo porque es tu primera vez en avión pero toma estos tapones e intenta disfrutar de las vistas.

– Sí, si yo no estoy preocupado- dijo Benin con cierta indecisión.

10:30 a.m en aeropuerto de Varsovia-Frédéric Chopin

– Y llegamos Beni, tierra polaca.

– ¡Qué bien! No veía el momento de salir de este aparato.

– Ves, a pesar de ser verano, aquí el ambiente es fresco.

– Me gusta, ya sabes que yo soy más de frío.

Tras pasar el control reglamentario de llegada al país, no podía esperar para salir y encontrarnos con Juana. Y allí estaba mi amiga esperándonos, con su cabellera rubia, tan inconfundible. Ella, Alfons sujetando a Clarita y un cartel que ponía “Bienvenidos”. La escena era preciosa, esta familia desprendía felicidad y yo no podía estar más contenta por mi amiga. Es curioso las vueltas que da la vida y como un viaje incierto puede cambiar el rumbo de tu vida.

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