Soliloquio desesperado

Soliloquio desesperado

Preguntas y más preguntas

Me he preguntado muchas veces adónde me llevan mis poemas.
Me he preguntado muchas veces si merece la pena escribir versos.
Me he preguntado muchas veces si hay alguien al otro lado de la línea.
Me he preguntado muchas veces si mi poesía está anticuada.
Me he preguntado muchas veces si la rima ya no gusta.
Me he preguntado muchas veces quién dice qué es poesía y qué no lo es.
Me he preguntado muchas veces si hay que cuidar la forma o hay que liberar la pluma.
Me he preguntado muchas veces si esta coma… si este punto… si este… ¡¡¡aaaayyyy!!!
Me he preguntado muchas veces si tú me lees, si tú me recitas, si tú me sientes.
Me he preguntado muchas veces dónde acaba la locura y empieza la genialidad.
Me he preguntado muchas veces qué futuro tiene este arma oxidada y con la pólvora mojada.
Me he preguntado muchas veces quién escucha esta voz, este susurro, este alarido…
Me he preguntado muchas veces por las anáforas, por las metáforas, por las jitanjáforas.
Me he preguntado muchas veces cuánto [repasar] revisar, cuánto pulir, cuándo acabar.
Me he preguntado muchas veces por ti, por tus gustos y por tus disgustos.
Me he preguntado muchas veces si dos y dos es 4 o es 2+2 o es 22.
Me he preguntado muchas veces si escribo para vivir o si vivo para escribir. O si todo. O si nada.
Cientos, miles, millones de preguntas sencillas con respuestas indescifrables.
Me pregunto si, tal vez, debería dejar
de preguntarme tantas cosas
y empezar a escribir
simplemente
sin buscar
respuestas.

Noches sin días

Ya no tienen las noches
días que llevarse a la boca.
Naufragan huérfanas de todo.
Sedientas de vida,
perdidas en la inmensidad de la nada.
Desnudas. Heladas. Muertas.

Ya no tienen los días
atardeceres dorados y preñados de juventud.
El tiempo les ha robado frescura,
ha marchitado su inocencia
y les ha devuelto al punto de partida.
A la misma hondonada donde aparecen y desaparecen.

Ya no tienen las madrugadas
esas sonrisas perdidas en el vacío,
esos llantos ahogados en el crepúsculo,
esas miradas que buscan miradas,
esos silencios que encuentran silencios.
Sus ecos no trasnochan ni madrugan tan tarde.

Ya no tienen las tardes ímpetu ni algarabía.
Bostezan. Dormitan. Reposan.
Huelen a calma. Se entretienen con el reloj.
Han perdido su rumbo.
Saben que es tarde para las tardes eternas.
Saben que es pronto para las noches sin días.

Ya no tienen.
Ya no suenan.
No se sienten.
Ya no están.
Son recuerdos.
El tiempo se ha llevado todo.
Un silencioso viento,
una huracanada brisa,
devuelve la nada a la nada.
Sin prisas. Sin pausas.
Consciente y segura de su victoria.

Ya no tienen.
Ya no quedan.
Ya no huelen.
Ya no son.
Se han evaporado poco a poco.
Y lentamente y con paso firme
seguirán su camino
y dormirán un profundo y eterno sueño.
Sin más días que sus propias noches.
Sin menos noches que sus pocos días.

Despalabrandos

I
Sentimientos
Sentimiento
Sin tí, miento
Sin tí, viento
Sin tu viento
Siento viento
Siento y siento
Miento y siento
Mí-en-tí siento
Mientisientos

II
Diferencia
Deferencia
De fe recia
De fe necia
De ser necia
De ser necio
Deber necio
De ver necios
Te ven necios
Temen necios
Temen necias
Temenencias
Temenencia

III
Democracia
Demo-cracia
Demo-gracia
Demos gracias
De mis gracias
De mil gracias
De vil gracia
Debil gracia
Debilcracia

La noche

Esta noche los astros han bajado a tus entrañas.
Esta noche tu cuerpo se ha vestido de domingo.
Esta noche no llueve pero tampoco escampa.
Esta noche jugamos a soñar que no dormimos.

Esta noche no es noche si me alumbra tu sombra.
Esta noche no vengo a susurrarte un “te quiero”.
Esta noche no quiero que me acaricies ni pongas
tu cabeza en mi hombro, tu cintura en mis miedos.

Esta noche no soy ni serás lo que nunca fuimos.
Esta noche no vamos a venir donde ya llegamos.
Esta noche nuestros silencios combatirán el ruido
con el que pintamos otras noches, abatidos y extasiados.

Esta noche es el refugio de dos soledades muertas.
Esta noche tu ausencia y la mía se baten en duelo.
Esta noche la carne y el alma se encuentran,
formando un binomio imposible, invisible y perfecto.

Esta noche es la noche de todas las noches del mundo.
Esta noche, que penetra en el alba poco a poco,
tiene un final previsible: apocalipsis diurno.
Esta noche ya no es nada, aunque lo haya sido todo.

Esta noche ejecutada en este amanecer que ahora
me recuerda el abrazo efímero de tu presencia,
mientras naufraga y se pierde y se extingue y se ahoga…
La noche que ya no es noche, a la luz de las tinieblas.

Haikus

I
Llegó la primavera,
pensé al verla
partir sin despedirse.

———————

II
Ya ha dejado de llover
y sopla el viento,
invocando a la lluvia.

———————

III
Tumbados sobre el césped
se acariciaban
las heridas del tiempo.
————————

IV
Por no tener, ni tengo
ganas de tener
lo que tener quisiera.

———————–

V
¿Seré tal vez poeta?
Y, si lo soy, ¿qué?
¿Me alimento de versos?

Rutina

Rutina en la retina,
que retiene, rumia y repite
la rutinaria realidad.
Sin rutilantes recuerdos irrepetibles.
Sin radiantes resplandores reseñables.
Sin resonancia,
sin arrogancia,
sin errores.
Erre que erre,
arranca, reposa y recobra el ritmo,
cual rueda rimbombante de recorrido recurrente.
Arremete, enraíza, se reproduce.
Siempre regresa.
Nunca retrocede.
Se arrima, la repeles, te recupera.
Representación rotunda de la repetición.
Rutinariamente nuestra.
Tan irremediablemente redonda.
Eterna rotonda.
Ruidosa rueda.
Rutinaria rutina.

Entre tú y yo

Se recoge el mundo
y te quedas tú,
perseguido por tus sombras.
Entre el gentío,
entre la multitud,
entre la marabunta,
entre la muchedumbre de rostros uniformes e insípidos,
también tú.
Siempre tú,
en tu isla invisible,
naufragando en tus pensamientos.
Siempre tú,
rodeado por todos
y acompañado por nadie.
Tú y tus cosas.
Tú y tus sueños.
Tú y tus miserias.
Tú y tus mentiras.
Apenas un grano de arena en este desierto de almas muertas,
de personas impersonales,
de soledades a flor de piel.
Ahí estás tú,
tan a la vista,
tan desapercibido.
Todos te miran y nadie te ve.
Todos te oyen y nadie te escucha.
Todos te tocan y nadie te siente.
Al fondo,
detrás del muro de cristal,
de la frontera del deseo,
de las ilusiones perdidas,
del ruido que tanto calla.
Detrás de todo eso y mucho más…
Tú.
Siempre tú.
Tan sólo tú.
Tan solo yo.

Versos

Versos. Versos de prestado.
Versos que nunca han nacido.
Versos que, desesperado,
muchas veces he creído

que eran fuegos de artificio,
inútiles necesarios,
o el virtuosismo del vicio
que emborrona los diarios.

Y como nacen se mueren
estos versos impostores,
que por no querer no quieren
ni sacarte los colores.

Sin más pretensión ni meta,
éste ripioso converso,
cual aprendiz de poeta,
naufraga entre verso y verso.

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