En la antigüedad, en las épocas cuando lo extraordinario no había abandonado el mundo aún y los humanos convivíamos con los misterios más sorprendentes que podríamos imaginar, misterios que nos abandonaron al observar la capacidad de destrucción del hombre y que hoy en día esperan ocultos en las sombras para algún día volverse a mostrar libremente en la tierra.
En ese entonces existió un cronista, el mejor escribano que ha pisado este mundo, era famoso por coleccionar historias y en aquel entonces vaya que podías escuchar las mejores, recorría cada rincón en busca de cuentos, leyendas, anécdotas o biografías que pudiera transcribir en sus libretas, iba de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo en busca de ellas, pedía alojamiento y comida, a cambio el reunía una vasta audiencia y les contaba algunas historias de lugares lejanos, de criaturas jamas vistas o de hombres increíbles, su fama lo respaldaba, su llegada era bien recibida por los lugareños ya que significaba noticias de ciudades a kilómetros de distancia y noches de entretenimiento bajo un buen fuego, los tiempos eran cada vez más difíciles por lo que las épicas hazañas de los héroes antiguos, los finales felices o aquellas graciosas comedias que hacían reír hasta más no poder aligeraban la carga de los problemas que aquejaban a los afortunados que oían las historias del escribano.
Así vivía el cronista, su propósito en la vida era encontrar la más bella de las historias, aquella que cautivara a cualquier bardo, que hiciera llorar y reír a los hombres, una historia que no hubiese sido narrada por nadie más, una que se siguiera contando después de miles de años, aquella que el escucharía por primera vez y que se convertiría en la joya de su colección. Los años pasaban y su cuerpo se debilitaba pero su mente y espíritu no menguaron, ni siquiera en los oscuros y peligrosos caminos, en las noches frías y solitarias sin un fuego que lo abrazara en aquellas ocasiones donde no encontraba refugio en su camino, a pesar de eso nunca se quebranto, no se rendiría hasta encontrar lo que su corazón anhelaba.
Cierto día, en un pueblo pequeño de campesinos y pescadores, recibió de la más anciana de los habitantes un regalo, la historia de una ciudad en medio del desierto, en la cual se encontraban todos los secretos del mundo resguardados, una tierra prometida de tesoros y riquezas para quien pudiera llegar a ellas, un sin fin de hombres valientes, intentaron llegar a la ciudad para hacerse de los secretos que albergaba y encontrar la gloria, pero ninguno regresó del largo viaje o al menos no conservando su cordura, muchos murieron en medio de un despiadado desierto, otros asesinados por los ladrones que buscaban arrancarle sus pocas pertenencias y los afortunados que conservaron sus vidas, se les encontraba en medio desierto delirando, gritando incoherencias, esos jamás se recuperaban de los horrores que sus ojos presenciaron. La historia encendió una chispa en el interior del escribano, su cuerpo ya estaba cansado, su salud iba a declive y sus oportunidades de encontrar su preciada historia cada vez eran más lejanas, por esta razón decidió emprender el viaje, más emocionado que asustado, después de las advertencias de la anciana que le contó la leyenda de esa ciudad perdida.
Así pues preparó sus víveres, suficiente alimento para un largo viaje, sus libretas, pluma y fina tinta, el mejor papel que pudo encontrar y el corazón de un hombre apasionado a punto de cumplir su sueño.
No entraremos en detalles porque lo que pasó en el camino bien podría ser una balada aparte, no fue agradable eso si lo podemos asegurar, pasó por hambre y frío, fue despojado de sus pertenencias por un grupo de ladrones que al escuchar al viejo escribano decir hacía donde se dirigía le perdonaron la vida ya que de igual manera ya estaba muerto sólo que aún no lo sabía, deambuló por el desierto bajo un intenso sol y pasó noches heladas dormido en la arena, no sabía que rumbo tenía ni que sería de el, pero jamás perdió la esperanza. Cuando sus fuerzas se agotaron y sus piernas no podían andar más, cuando las quemaduras causadas por el intenso sol estaban al rojo vivo sobre su piel, cuando estaba apunto de morir por inanición, se desplomo inconsciente.
A partir de ahí, es un misterio, no se sabe si vivió o murió, si fue rescatado por alguien o por algo, algunos dicen que llegó a la ciudad y prueba de ello es la historia que les cuento , que fue bien recibido, pasó el resto de su vida en esa misteriosa ciudad, leyendo historias en idiomas impronunciables para el hombre, descubriendo todos los secretos del mundo, que fue de el sigue siendo un enigma, pero de algún modo el cronista cumplió su sueño, encontró lo que para el era la más bella de las historias y era la suya, la misma que les estoy contando ahora, de alguna manera llegó a mis manos cuando más la necesité y espero que llegue a las tuyas en un momento adecuado, está historia se sigue contando, después de miles de años, es más vieja que muchos arboles, hoy en día es un ejemplo de como pasamos toda una vida persiguiendo un sueño, cuando probablemente lo estamos viviendo sin siquiera saberlo.
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