Un planeta llamado Tiempo

Un planeta llamado Tiempo

Andrea Kucharski

08/09/2018

Cómo despertando de un sueño perturbador, abrió sus acaramelados y redondeados ojos, esclareciendo suavemente el cuadro de realidad externa. ¿Había llegado? ¿O se había quedado suspendido en la frontera? Su corazón palpitaba sin parar. Un sudor frío se extendió por su espalda y un asomo de pánico lo invadió momentáneamente. Dando atontados pasos, intentó salir de la sala donde fue recibido. Curiosamente parecía una habitación de hospital privado de última generación. En la entrada, reposaba con su cadera levemente apoyada contra el marco de la puerta una chica joven, de mirada cálida y aspecto de secretaria, que lo saludó con una sonrisa y le habló mediante telepatía:

-Bienvenido al Planeta Tiempo Liam. Me llamo Amina y te acompañare durante tu camino de adaptación.

-¿Cómo me hablaste? Te escucho en mi mente… ¡Creo que estoy vivo!- Responde con voz temblorosa a causa del shock, el sorprendido viajero.

Con una risa y alzando la mirada espontáneamente, Amina expresa sin vocalizar:

-Acabas de llegar al Planeta Tiempo… curiosamente tan codiciado por la humanidad como difícil de ubicar en el universo. Aquí podemos comunicarnos utilizando telepatía, además de la voz.

-¿Hacer qué?! -¿Por qué traigo puesto un traje de surfista?- Pensaba el impactado joven que no podía dejar de admirar la belleza de su guía.

Mientras le practicaba una serie de análisis médicos, la vibrante Amina prosigue:

-Liam, tu ansiado viaje recién comienza. Debes comprender que las leyes de este sitio son diferentes que en la Tierra, y que hay cosas que en tu interior cambiarán. El tiempo en su concepto, frenéticamente cuantificado desde que tenemos uso de razón, aquí no se mide. Los minutos no definen nuestras etapas. Entonces no merece la pena pensar que tan mayor o joven seas. Importa la manera en que cada ser decide homenajear el don de estar vivo.

El joven observaba con una mezcla de añoranza y sorpresa lo que su encantadora interlocutora le estaba transmitiendo

-Te costará un poco, pero pronto asumirás naturalmente la paradoja en la que acabas de desembarcar. La capacidad de elegir, es el verdadero viaje en el tiempo. Después de todo, jamás supimos hasta donde se extiende eso que llamamos vida.- Prosiguió la bella Amina mientras lo ayudaba a quitarse el traje. Silenciosamente contemplaba al joven con admiración y cariño. En el fondo sabía que era diferente de todos los viajeros que le había tocado acompañar.

En un planeta nuevo, las reglas desde antaño establecidas para el hombre, se escurrían como agua entre los dedos.

Tiempo, un insondable y desconocido mundo que guarda en el fondo un secreto: servir de antesala al inminente despliegue de energía que generamos al abandonar el mundo de los vivos. La muerte en sí misma encarna ese viaje a una dimensión evolucionada, Ka Nui que cual éter se esparce condensando el ánima humana desprovista de expresión física.

Es que acontecer en un tiempo sin medida, supone la posibilidad de infinitar el alma humana desde la pura esencia.

Liam, que empezaba a sentirse abrumado por la intensidad de la experiencia, escapó del centro de acogida ese mismo atardecer. Correteando por los valles que empezaban a oscurecerse, sintió una puntada de incertidumbre en el pecho y decidió frenar en seco al borde de un pronunciado barranco. Dejó salir un grito con la fiereza suficiente como para espantar una bandada de aves. Una vez vuelta la calma, respiró hondamente llenando sus pulmones de frío aire y de la realidad que lo abordaba: no había paso atrás posible y en su corazón sabía que no quería volver al milimétrico y fraudulento conteo que acortaba la pasión de vivir.

-Es cierto. Los afortunados que en este planeta desembarcan, lo hace en busca de paz. Quizá sería este anhelo el que hasta aquí me trajo-Se dijo a sí mismo, develando que en su interior estaban las verdades que necesitaba para divisar el genuino brillo de su alma.

Sentado al borde del barranco, exhausto de tanto pensar, escribió el nombre «Amina» en la tierra. Diera la casualidad que sobre el escrito, se posara una azul y brillante mariposa que parecía estar contemplándolo. Jamás había visto un ejemplar tan majestuoso. Aleteaba suavemente como si quisiera acariciar el nombre escrito en la tierra. En un único movimiento, remontó vuelo y aterrizó en el antebrazo de Liam, donde casualmente tenía un antiguo tatuaje que rezaba: «mai ke aloha» («desde el amor» en dialecto hawaiano). Su mirar se perdió en ese microencuentro y dejó que la señal le bastara para sacudirse la ropa y emprender el regreso al centro. Dando media vuelta contempló el valle montañoso e imponente y se habló de nuevo:

-Mai ke aloha… gracias! -Esas breves palabras que acariciaron su ser como una suave brisa, fueron el impulso que Liam necesitaba para dar el paso de inicio pleno hacia su nueva aventura.

Aspiró una bocanada de aire fresco del ocaso, y se prometió a sí mismo dejar lo mejor de su esencia al cosmos, antes de transitar hacia Ka Nui, acompañando a las personas que iniciaban este trayecto a hacerlo desde el sentimiento de amor y armonía interior.

Al girarse la vió. Amina lo esperaba con su sonrisa tímidamente dibujada. La chica que le dió la bienvenida lo hacía nuevamente desde su frescura de mujer, enamorándose un poco más del reciente arribado.

-¿Ibas a dormir aquí?- Recitó en tono chistoso con una cantarina voz. -¡Vamos viajero, a desarmar la maleta!

Y se perdieron ambos, bromeando en el anochecer de un planeta sin Tiempo.

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