Estaba sentada al lado de mi hermana. Las gotas de lluvia intensa caían empañando las ventanas por las cuales muchos paisajes se perdían. Por algún orificio del bus, que no podía ser visto por el simple ojo humano, entraba el aire frío de aquellas alturas a las cuales desde hace mucho tiempo no regresaba. Sí , alturas. Cuando alguien hace referencia a las alturas ahora sólo se piensa en rascacielos, gigantes de ciudad de materiales que desconozco , de frágiles paredes que revelan un reflejo de perfil apresurado por llegar a algún lugar y regresar pronto a otro. Así es la vida allá , donde paso las etapas escalonadas del crecimiento. Vuelvo en mí , abro los ojos . Aún me encuentro entre medias extensiones de vegetación.

Mientras la ruta mantiene un destino favorable varío a diferentes lugares la mirada . Durante un breve tiempo observo el rostro de ella , de mis padres y de todas aquellas personas que puedo distinguir dentro de la luz austera del bus. Hallo ojos siniestros , cabezas negras y un intenso deseo de no hacer nada más que dirigirse a lo que , en ese momento , se tornaba real. Las sombras iban y regresaban sobre sus pieles mortecinas y , entre ellas, las tonalidades oscuras cambiaban constantemente. La respiración comenzó a agitarse , una mezcla extraña de olor a humedad y chasis trajo un viento frío haciendo que la pequeña área de convivencia se volviera bastante densa. No oscilaba en mi mente más ruido que el de los neumáticos de cara al terreno difícil . Supe entonces lo que podría pasar.

En la capital de la ciudad donde resido es de poco reconocer lo mucho que uno no percibe tan solo desde el tramo de su casa a la esquina por donde dobla , a pie , para seguir la calle. Los bullicios de los automóviles , donde encierro también los gritos desesperados de los conductores y pasajeros en general por el avance en el mismo circuito de pistas que atrapa a todo impuntual en un sistema de señalizaciones , los silbatos de orden a transitar , las mareas humanas , algunas súplicas con giros de protesta para apresurar el paso , generan la indiferencia de sentidos , el olvido de comunidad y el elemento espiritual queda vacío. Puedo caminar un largo trecho y nadie logra articular palabra , como si el lenguaje hubiera ido en retroceso hasta convertirse en una lista de sonidos necesarios para saberse que aún se está ahí. Nuevamente recupero la conciencia.

Hubiese querido que por un período más largo mis párpados se mantuvieran unidos , firmes , negándose a permitir la entrada de luz opaca al presente vertiginoso. No pude conseguirlo , se separaron lentamente sin oponer mayor resistencia que los ríos a las corrientes bajando de alguna parte y que rara vez sigue ahora un extraviado , tal vez del cielo. Yo carecía de creencias y religiones y no comprendía por qué , entre tantas oraciones hacia lo celestial, mi voz se sumó al rezo. Mi hermana me cogía fuertemente del brazo y me resultaba extraño la expansión de aquel único sentido que no suele aflorar sino en las situaciones extremas , la percepción. Papá y mamá estaban sentados asientos adelante , me levanté débilmente y las rodillas aún se esmeraban por hacerme caer , apoyé mis gélidas manos sobre sus cabezas siempre cálidas , las pude apreciar más frágiles que nunca , que yo en mi niñez , que todos en el mundo y quise aferrarme a sus recuerdos para la próxima vida. Entré en un estado donde comprendía que cada aspecto de nuestra existencia , incluso el más lejano e intocable , había llegado a su final . No pude darle mejor utilidad a mis brazos en los dieciocho años que contaba , por primera vez , abracé a una pequeña parte de mi extensa familia , expresar lo que sentía , revelar lo que albergaba tras esa construcción de piedra conmovió sus ojos , estaba llena de sentimientos y , sin embargo , el flujo de la vida pronto se terminaría . Es incoherente , cuando estás al borde y te dicen que todo ha acabado , que lo último que se puede hacer es esperar , es cuando quieres correr más , malgastar , si se puede considerar , tus horas volando hacia ninguna parte y en todas las direcciones que contemples sintiéndote libre de regresar .

Hay una carretera primitiva llamada Mejorada que tiene por destino la ciudad de Paucará , ubicada en la región Huancavelica , esculpida entre montañas bien pudo haber pertenecido a la red de caminos inca , a más de tres mil metros sobre el nivel del mar no puede estar compuesta más que de lodo continuo , piedras , una pared natural de capas de tierra y , hacia el otro lado , el aire , pequeños arbustos distribuidos a manera de valla , al principio como semillas , que transporta el viento de las alturas y el abismo cáucico que, a la misma comprensión de la vida y la muerte , estés de ida o de regreso , sólo te da la puerta delantera .

La movilidad que nos transportaba logró superar el camino ascendente , el motor no cedió a las curvas vacías , por aquí y allá los vidrios de las ventanas temblaron , mientras los sentidos eran acompañados por la noche más lúcida de estrellas y el rumor del río color café describía una rara silueta. A la madrugada , rompían tímidamente en el horizonte azul los primeros rayos del día , ya se apreciaban las claras altiplanicies salpicadas de puquios alrededor de los cuales los rebaños de ovejas , llamas , alpacas , vicuñas y muchas vacas lecheras se alimentaban de pasto fresco no muy lejos de las pequeñas casas de adobe y tapial de donde emanaban los deliciosos aromas del agua de hinojo y eucalipto.


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