Llevaba años pensando en apuntarse a un taller de escritura, un sueño de juventud.
Las excusas, numerosas. El empuje, el paso vertiginoso de los años. Los miedos, el temor a ser juzgado y el pudor al intuir que, entre conflicto y conflicto, tendría que desnudar su alma, aunque lo disimulase con un traje hecho de personajes ficticios.
Empujó la puerta del aula y notó como sus pies se hundían en arena fina. Unas figuras se zambullían en las olas entre risas mientras le animaban a unirse al juego.
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