— Anda, siéntate — me dijo — te contaré un secreto que no he contado a nadie jamás.
Miré al anciano curiosa e hipnotizada, guardó silenció unos segundos y continuó.
— La escritura me hizo, yo nací de ella y tú, tú niña aun navegas en el mar de las ideas de este mundo, ojalá un día te encuentres a ti misma en ella, como yo.
No entendí, por supuesto que no, hasta una tarde diez años después, en que hambrienta de no hallarme en las páginas de otros, de perseguir espejismos, escribí y nací.
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