En un hermoso jardín
donde la vida florecía,
había una vez una hormiga
que trabajaba todo el día.
Que temía por el viento,
que temía ser pisada,
que la lluvia le cayera
y que el agua la llevara.
Comida le sobraba,
pues las verdes hojas crecían
en abundancia suficiente,
pero nada le bastaba.
Se sentía insegura
y su vida era una desdicha.
No disfrutaba del paisaje hermoso,
que se levantaba ante sus ojos.
Propuso agrandar el hormiguero
que fuera como un gigante,
Un castillo fortificado,
en un paraje exuberante.
Y cuando estuvo terminado,
sus muros se derrumbaron,
pues su tierra era frágil
y los vientos los tiraron.
Las demás hormigas enojadas
ante tanto esfuerzo por nada
a la hormiga la culparon
y en un rato desterraron.
Hoy vaga sola lamentando,
haberse preocupado en demasía,
En vez de haber disfrutado,
lo que la vida le ofrecía.
Fin
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