De cansancio recuerdo el sobrepensamiento,

la estela de mi rumbo difusa,

las palabras inciertas

y la realidad alterada.

Divago en la sombra de mi penumbra,

en busca de una cuestionada claridad,

de no saber divagar

entre extraños sentimientos y caminos estrechos,

todos llenos de pasos vacíos e hirientes.

No ser yo poco hombre

para el peso de mis palabras,

ante semejante luz viva.

Eres la claridad justa

para apoyar con firmeza,

el deseo de un alma,

la conexión abstracta

en los sueños de mi noche,

la inconfundible silueta

que mella el cierre de mis ojos.

Mi cabeza gacha,

el suelo colorido,

son los pétalos rasgados de mi corazón,

el filo de su sonrisa

me atravesó

como flecha al alma.

No te detengas,

dichosa la puntería de tal acto,

que entre lágrimas de rareza

provocó la esclavitud de mirarte.

Es su destello

el que encharca mis órbitas,

encarna mi prosa

y purifica cada gota que derramo.

La razón

la guardo en el recuerdo,

innumerables son las veces

que busqué la manera de acercarme

y entre ridículos intentos,

acabé encontrando la melancolía en su rostro,

su sonrisa era vívida,

aunque no la exteriorizara,

en mi ser quedó claridad de tal sintonía.

Etiquetas: amistad amor

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