Al día siguiente, Mika no pudo ni siquiera levantar la mirada cuando Ren
pasó junto a ella. Sentía un vacío en el pecho, un peso insoportable en su
corazón. Se repetía en su cabeza una y otra vez: ¿Cómo pude ser tan tonta?
Había perdido al único chico que la había amado de verdad, y lo peor era que ni
siquiera pudo explicarle la verdad.
Por su parte, Ren también la vio cuando pasó a su lado, pero no dijo nada.
Solo mantuvo su mirada al frente, ignorándola como si no significara nada para
él. Pero, en su interior, dolía. Dolía más de lo que quería admitir.
Más tarde, Ren le contó a su mejor amigo lo que había pasado.
—Mika y yo terminamos —dijo con voz apagada, sin dar muchos detalles.
Su amigo lo miró con sorpresa, pero luego suspiró.
—Lo siento, amigo… pero al menos ahora sabes la verdad. Te engañó, te
traicionó. No merecía estar contigo.
Ren asintió, pero esas palabras no le dieron consuelo. Si era cierto que
Mika lo había traicionado, ¿por qué le dolía tanto? ¿Por qué su pecho se sentía
tan pesado?
Mientras tanto, Mika había encontrado un rincón solitario en el colegio.
Allí, lejos de todos, se dejó caer sobre sus rodillas y rompió en llanto.
Ren… ¿por qué no me dejaste explicarte?
Ella sabía que lo había perdido, pero no podía rendirse. Todavía lo amaba,
todavía quería que todo volviera a ser como antes. Sabía que era tarde, pero
debía intentarlo.
Se limpió las lágrimas y se hizo una promesa: Tengo que explicarle todo
a Ren… aunque ya no estemos juntos.
Lo que Mika no sabía era si Ren estaría dispuesto a escucharla.
OPINIONES Y COMENTARIOS