Diosito nos escuchó, fue maravilloso. Dios nos prestó un angelito para amarlo eternamente y tenerlo en el corazón, cuidándolo con devoción, enseñándole a dar sus primeros pasos dulcemente con amor. Sus primeras palabritas, empezando con papá y mamá.
Nuestro bebé sigue aprendiendo a reír, jugar y sobre todo a querer a Dios, a mirar el cielo, disfrutar la lluvia y el sol. Nuestro niño poco a poco se va integrando al entorno, con alegría y desenfado. Le gusta sonreír, que lo abracemos y le contemos dulces cuentos para dormir y soñar. Dios mío, cuánto disfrutamos su inocencia y su genial actividad. Le dan luz y mucha paz y así sin sentirlo, el tiempo se va volando.
Nuestro pequeñín ya entró a la escuela y se siente muy contento, le gustó estudiar y jugar en el recreo con sus amigos, recordó que nosotros le comentábamos que hay que saber elegir a los amigos, conocer sus costumbres que sean buenas y sinceras antes que nada y en poco tiempo se conoce un buen amigo, con quien jugar. Nuestro hijito, salió inteligente, está aprendiendo rápidamente a leer y escribir sin dificultad y con esmero. Disfruta hacer las tareas escolares, le ayudamos cuando la ocasión lo ameritaba. Entrando a la adolescencia, supo distinguir un buen amigo del que no lo es. La libertad no se pierde, la libertad es un salmo necesario para el alma. Se les puede acompañar desde la orilla del mar y verlo jugar alegremente en la arena.
Nosotros estamos presentes, observando las inquietudes de la adolescente audaz, dejando que su actitud madure que sus sentimientos estén frescos, activados, teniendo responsabilidad al usarlos, el saber elegir a sus amigos con sensibilidad y buen criterio a su formación dulce y serena desde niño. Lo definió en un adolescente, genial, responsable, optimista, leal y así fue y sigue siendo juguetón, bondadoso, canta y baila, se divierte y nos divierte con emoción, disfruta la vida que va pasando renovándola con sueños y metas por realizar su adolescencia.
La ha tomado con serenidad y armonía, sin miedo, con mucho tacto fija marcando los pasos como cuando era un bebé en los brazos de sus papás. Nosotros sembramos la semilla fortaleciendo la manera de actuar y pensar. Impulsó su adolescencia para crecer y aceptar las funciones de su edad, disfrutando paso a paso místicamente con el poder de Dios a quien ha llevado siempre en su corazón.
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