Había llegado a Barajas de madrugada. En unas horas me encontraría con Iñaki en un bar cerca del hospital. Para mí Madrid era los cuadros de Goya, compras en la Castellana, jamón, tapas de tortilla y cañas. Reencuentro con colegas que conocí en la beca de La Sorbona, que me hicieron amar Madrid sin conocerlo.

Esa mañana del 11 de marzo no encontré a Iñaki en el bar; la zona era un caos. Viví mis tres días en Madrid en el Marañón,con los zapatos salpicados de sangre, triste e impotente.

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