All I want for xmas

All I want for xmas

Marta Sierra

16/12/2024

Las luces me cegaron durante unos momentos, y la excitación al anticipar el gran acontecimiento del año, me alcanzó de lleno. Navidad. Había dormido bastante, me tuvieron que quitar un poco el polvo del armario aunque el embalaje que usaban conmigo era de los mejores. Al fin y al cabo, yo era la estrella de las fiestas, literalmente. Mi color dorado era casi igual de brillante que el primer día, mi estilo seguía sin pasar de moda, y mis puntas apenas tenían imperfecciones (a pesar de la catástrofe del dos mil trece, cuando Alicia intentó usarme para abrir una nuez, menos mal que Arturo, su padre, la vio a tiempo).

Soy la más veterana entre los adornos, supongo que junto con aquel camello con cara de perdido que siguen poniendo en el árbol, aunque nadie sabe qué pinta ahí, entre bolitas, copitos de nieve y lazos. Ya no intento entenderlo, tal vez alguno de los Reyes del Belén prefería caminar; sea como fuere, yo siempre estoy arriba, terminando la obra magna de Arturo, que cada año sigue al dedillo las instrucciones de su mujer, Valentina. Ella es la que me escogió entre todas las estrellas y me llevó a casa, y, aunque se fía de su marido más de lo que debería (Arturo no tiene dedos, sino morcillas), la verdad es que el árbol siempre queda impresionante.

Arturo me llevó hasta la salita y ví a Alicia tumbada en el sofá mirando el móvil, ¡qué grande está! Sentí una punzada de pena, pero los villancicos que se escuchaban de fondo me animaron. Me moría por ver el árbol, siempre escogen uno alto y bonito de la tienda de jardinería. Alicia se empezó a quejar de que la música era aburrida y puso la canción de Mariah Carey, que siempre hace que quiera tirarme al vacío.

Cuando terminó de desempacarme y limpiarme, Arturo se dió la vuelta y con aire ceremonioso me elevó para poner el toque final en el árbol. Mantuve los ojos cerrados hasta tenerlo enfrente, para añadir un poco de dramatismo al momento; y justo mientras Mariah estaba diciendo “I don’t care about the presents underneath the Christmas tree” abrí los ojos y me encontré con un ridículo árbol (por llamarlo de alguna manera) de plástico, que ni siquiera era de los caros del bazar. No me lo podía creer, qué denigrante, qué bajeza, qué poco respeto a las tradiciones.

Arturo me colocó en lo alto de aquella birria y yo como loca busqué alrededor a la persona al mando, porque Valentina nunca daría el visto bueno a este proyecto.

Mientras Mariah canturreaba el estribillo de “all I want for Christmas is you” ví a Valentina entrando por la puerta y me alegré de verla más que nunca. Llevaba un bulto entre los brazos, ¿será que habían tenido otro bebé y por eso no habían podido hacer las cosas bien este año? Me parecía demasiado peludo para ser un vástago, y entonces Valentina dejó el bulto en el suelo y la vi por primera vez.

Mis ojos se cruzaron con los suyos en un segundo de mágico encuentro. Durante ese momento vi semejante deseo en su mirada que un temblor recorrió mis puntas, pero al mismo tiempo me resultó excitante. Ella es pelirroja, con los ojos verdes, elegante, despreocupada, aseada, con aspecto suave, pero complexión de depredadora.

“¿Has visto, Canela? No vas a poder destrozar el árbol de navidad como has hecho con todas nuestras plantas.” Valentina no lo dijo enfadada, más bien resignada.

Repetí su nombre, Canela, y, ensimismada observé como se lamía la pata, aparentemente desinteresada en lo que Valentina le decía. Yo sabía que había sido amor a primera vista, pero ella se hizo la dura fingiendo no haberme visto.

Durante los siguientes días he sido testigo de la agilidad con la que Canela recorre la sala, salta de mueble en mueble, sin miedo a las alturas y cayendo siempre de pie con una gracia innata.

Da paseos cerca del árbol, me mira, calcula las distancias, los saltos que puede dar desde el sillón, desde la librería. Me pongo a brillar más de lo que debería cuando solo ella está en la salita, provocando, como una estrella vulgar de esas que pegan en la pared. Sé que no debería quererla, es un amor imposible; pero no lo puedo evitar, deseo con todas mis fuerzas que llegue a mi.

Ha empezado a hacer intentos por alcanzarme y de momento no lo ha conseguido, aunque a mi no me cabe la menor duda de que lo conseguirá, porque lo nuestro es pura química.

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