Me cae la angustia y muero,
me envuelven las sombras.
Me cae la lluvia espesa sobre el cuerpo y muero.
Me caen las culpas de las acciones de vidas que erré, de las que solo quedan fragmentos, y duele…
Duele tanto lo que está en mi pecho,
aprieta la garganta, estirándose y enredándose como un helecho con espinas
largas, puntiagudas, venenosas.
Me invade la angustia,
y por más que lo intente y lo fuerce,
no recuerdo cómo era antes de verte, antes del día en que te encontré, como un niño a un tesoro en la playa.
Muero con cada gota de angustia,
muero con cada recuerdo,
muero, muero y me encierro.
Mi cabeza se ha vuelto una jaula, mi cerebro se hincha y explota.
Mis órganos se desorganizan y quieren escapar,
nada entra en mi cuerpo, nada está en su lugar.
Te pienso, te extraño, te huelo… de tu piel, su textura y sus lunares, solo me queda el recuerdo.
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