Después de adquirir su casa ideal, cerca del bosque y no tan lejos de la ciudad, Charli West decidió descubrir las calles de su nuevo vecindario. Las sombras de los edificios antiguos, iluminados por las luces de la vida nocturna y el cielo, cubierto de nubes pesadas, acentuaban el aire misterioso del lugar. Era una ciudad que claramente llevaba sus años, con paredes que parecían guardar historias en cada grieta.
Había algo reconfortante en esta soledad, algo que Charli, después de una semana agotadora, apreciaba. Le gustaba observar a la gente desde la distancia, preguntándose sobre las vidas que nunca conocería del todo. En uno de los callejones, una pequeña librería con el cartel desgastado llamó su atención. “Curiosidades de Caín” La fachada y pintura a medio descascararse, por alguna extraña razón, llamaron la atención de Charlie y no pudo evitar la tentación de entrar a la tienda.
La campana sobre la puerta sonó en un tono bajo y metálico al abrirse, y un aroma a madera vieja y papel la envolvió. Charli no esperaba encontrar nada en particular, pero a medida que sus ojos se acostumbraban a la penumbra del lugar, una figura se levantó detrás de un estante. Era una joven de su edad, con el cabello oscuro y una expresión ligeramente inquisitiva en el rostro.
—¿Buscas algo específico? —preguntó la joven, con voz profunda y tranquila.
—Solo algo interesante —respondió Charli con una sonrisa.
La joven esbozó una media sonrisa, apenas perceptible.
—Bueno, eso es todo lo que tenemos aquí. Soy Lina Caín.
—La dueña de la tienda, puedo asumir. —Charli sonrió con la mirada, intrigada casi por completo por la presencia de esta misteriosa mujer — Disculpa, pero te me haces sumamente familiar, ¿nos habíamos conocido antes?
Lina parpadeó, sorprendida por la pregunta de Charli, pero su expresión rápidamente se transformó en una mirada enigmática, como si ya estuviera acostumbrada a comentarios similares.
—No recuerdo haberte visto antes —dijo, sosteniéndole la mirada con intensidad—. Pero, a veces, me sucede lo mismo con algunos clientes… es como si ciertas almas resonaran, ¿no te parece?
Charli se sintió algo desconcertada, pero también extrañamente atraída. Algo en la mirada de Lina la hacía sentir que había una conexión invisible, como si ambas compartieran un secreto que aún no conocían.
Mientras hablaban, Charli sintió una ligera corriente de aire que parecía provenir de ningún lugar en específico. Al mirar de reojo, vio una sombra que parecía desvanecerse en el fondo de la tienda, justo donde los estantes alcanzaban la penumbra.
—¿Hay alguien más aquí? —preguntó Charli, tratando de no sonar demasiado sorprendida.
Lina sonrió, una sonrisa apenas perceptible que no parecía calmar a Charli en lo absoluto.
—Sólo los libros, Charli. A veces ellos también tienen cosas que decir.
Un aura mágica cubría el lugar, ahora Charli podía sentirlo completamente.
—Sí, es verdad, Charli dio un último vistazo a su alrededor antes de presentarse formalmente —En todo caso, tengo que admitir que tu librería me parece sumamente hermosa.
Lina inclinó la cabeza, su sonrisa ampliándose apenas, como si aquella confesión de Charli le resultara un cumplido inesperado pero bien recibido.
—Me alegra que lo pienses. —Su voz sonaba como un susurro bajo, como si las paredes mismas estuvieran escuchando su conversación—. No mucha gente se adentra aquí. Esta librería suele atraer solo a los… curiosos. Y, bueno, tú pareces serlo, Charli.
El aire alrededor se sentía denso, como si cada palabra que decían tejiera hilos invisibles en el ambiente. Charli notó que, en el estante detrás de Lina, había un libro cubierto de polvo con un título que apenas se podía leer: De Sombras y Otras Presencias.
Algo en aquel título la inquietó y atrajo al mismo tiempo. Dio un paso hacia el estante, pero justo cuando alargó la mano hacia el libro, Lina movió la suya con una velocidad suave pero precisa, cubriéndolo antes de que Charli pudiera tocarlo.
—Ese libro… —dijo Lina, sin apartar la mirada de ella—, es para lectores… especiales.
Charli sintió un ligero escalofrío, pero no retrocedió. Aquella extraña familiaridad que percibía con Lina ahora se intensificaba. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió casi como en casa, y al mismo tiempo, como si algo le estuviera observando desde la penumbra.
Lina colocó su mano en la espalda de Charli, que sin darse cuenta ya tenía el libro en sus manos, y en cosa de un parpadeo, ya se encontraba en la salida de la tienda. —Espero verte pronto Charli West.
Charli se detuvo en seco, confundida por lo que acababa de suceder. El aire fresco de la calle la golpeó de inmediato, llevándola de vuelta a la realidad. Miró el libro, que parecía tener un peso inusualmente ligero en su mano, y luego giró la cabeza hacia la librería. Lina estaba de pie en el umbral, una figura elegante envuelta en misterio, despidiéndose con una sonrisa en los labios que era a la vez acogedora e hipnótica.
—¿Esperar? —murmuró Charli, incapaz de entender cómo había llegado hasta allí tan rápido—. ¿Por qué?
Lina simplemente encogió los hombros, como si el significado de sus palabras fuera algo que Charli debería descubrir por sí misma.
—A veces, las cosas que buscamos nos encuentran antes de que estemos listas para recibirlas. —La voz de Lina sonaba más distante, como si las paredes de la librería absorbieran sus palabras.
Charli sintió un impulso de volver, pero algo en la mirada de Lina la detuvo. Aquella conexión inexplicable parecía haber tomado un giro más profundo de lo que había imaginado. Sin embargo, el libro seguía siendo un misterio, y el tiempo corría como un río que no se detenía.
Con el corazón latiendo más rápido, Charli se dio la vuelta y comenzó a caminar, el eco de las palabras de Lina resonando en su mente: “Espero verte pronto”. Pero mientras se alejaba, una sensación de ser observada la acompañó, como si las sombras de la ciudad la siguieran, recordándole que, en su realidad, siempre estaban pasando cosas fuera de lo normal. Incluso cuando ella era una niña. Las historias de fantasmas, monstruos, ángeles y demonios, nunca le parecieron una fantasía.
Al llegar a casa, el libro en su mano parecía vibrar con energía, como si esperara ser abierto. Sin poder resistir la tentación, Charli se sentó en su sofá y lo colocó sobre la mesa, sintiendo que su vida estaba a punto de cambiar, ella nunca se había negado a una nueva historia.
OPINIONES Y COMENTARIOS