El tango del bla bla car 🎙

El tango del bla bla car 🎙

Cielo Ariza

25/09/2024

El viaje de BlaBlaCar de Logroño a Madrid prometía ser largo, pero con la compañía que teníamos, la cosa pintaba para ser una auténtica comedia. Carla, la conductora, iba concentrada, probablemente pensando en su novio al que acababa de dejar atrás. Santiago, el argentino que se subió en el último segundo, no había parado de hablar desde que arrancamos. Y yo, Valeria, colombiana y cantante de corazón, me encontraba en el asiento de atrás, preparándome para las próximas horas de entretenimiento.

«Che, ¿esto es BlaBlaCar o BlaBlaRadio? Porque no callo ni cuando duermo, eh», dijo Santiago mientras ajustaba el espejo para mirarnos a las dos.

“Pues si sigues así, te hacemos un *BlaBlaMute*”, le solté, entre risas.

Carla, que ya parecía estar al borde de la paciencia, levantó la mano sin quitar la vista de la carretera. “Santiago, por favor, si vas a hablar tanto, por lo menos dime dónde está la próxima gasolinera, que este coche no va solo con tus palabras”.

Santiago, con su mejor cara de turista perdido, exclamó: “Ah, no sé, che. ¡Yo soy de Buenos Aires, no de aquí! Pero si querés, te hago un mate cuando paremos”.

Yo, que no podía dejar pasar la oportunidad, salté: “A ver, Santiago, mejor canta algo. Ya que no te callas, por lo menos danos un espectáculo”. Carla soltó un suspiro tan profundo que pensé que nos quedábamos sin oxígeno en el coche.

“Ah, bueno, pero después cantás vos, Valeria. Acá somos todos artistas o nada”, dijo Santiago, inflando el pecho. Y entonces, sin previo aviso, comenzó con su versión del tango *El día que me quieras*. Pero sonaba como si estuviera intentando seducir a una cabra.

Carla, desesperada, gritó: “¡Por favor, Santiago! Si querías torturar a alguien, ¡lo hubieras hecho en Logroño! ¡Ahora estamos atrapados contigo hasta Madrid!”.

Entre carcajadas, yo intenté seguir con una canción, pero Santiago decidió que su *BlaBlaBeatbox* era lo que la situación necesitaba. No sabía si llorar, reír o pedirle que parara el coche y me dejara allí mismo en la A-1.

De repente, Carla, ya sin filtros, se giró un segundo: “Santiago, en serio, si esto sigue así, ¡el único BlaBla que vas a escuchar es el del tren cuando te deje en la próxima estación!”

El resto del viaje fue un caos entre tangos, reguetón desafinado y amenazas de bajarnos en cada parada. Al final, llegamos a Madrid y, mientras bajábamos, Santiago lanzó una última frase: “Che, fue un placer, chicas. Si alguna vez vuelven a hacer un BlaBlaCar, no me llamen… para que no tengan competencia”.

Nos quedamos mirándonos. Sabíamos que jamás olvidaría ese viaje las risas, ni los tangos mal cantados… ni el deseo de un poco más de silencio.

Etiquetas: bla bla car cuento tango

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