A las 6 de la tarde el centro de la ciudad es caótico , encontrar un taxi , una utopía.
Muchas veces debí caminar para llegar a casa, desconsolada, después de nueve horas de trabajo.
En una ciudad pequeña como ésta, los empleos no son abundantes ni bien pagos.
Viajar en taxi colectivo fué la solución a mis problemas.
No me incomodó viajar con otras personas, sólo quería llegar y aventar los zapatos.
Una tarde , compartí el vehículo con una pareja .
Ella ocupó gran parte del asiento, estaba muy embarazada.
– Hola ,dije al subir al auto, que olía a canela intentando tapar aromas menos amistosos.
La muchacha me miró con el único ojo visible, el otro lo cubría un mechón de pelo azul.
Me acomodé en el espacio libre e intenté dormitar.
De pronto, la chica lanzó un alarido
– Rompí fuente Pablo!-.
Pablo, petrificado, abrió los ojos enormes y me miró cómo pidiendo auxilio,
– Señor, dije al conductor, al hospital!.
El hombre aceleró , esquivando autos y cometiendo tantas infracciones que hubieran sido un deleite para la policía de tránsito
– Ya no aguanto! dijo dándole un manotazo a Pablo y anunció que ya venía la criatura.
-Falta poco, aguanta!!.-
– Qué? tú crees que ésto se puede aguantar estúpido! .
Decidida a traer al mundo a su hijo en el auto, le dió otro manotazo a Pablo para hacerle a un lado y se tumbó en el asiento, arrinconandonos contra las puertas.
Puse música suave, como hace el dentista para relajar a los pacientes.
– Quita esa música!- gritó.
De pronto, estaba dando órdenes e instrucciones sobre lo que debíamos hacer Pablo, el conductor y yo, como si hubiera pasado por algo así muchas veces, lo cual era imposible ya que no parecía tener más de 17 o 18 años.
Cada segundo era terrible.
Mi impotencia producía un silencio atronador.
– Ayúdame a sacarlo! – ordenó, lo cual hice sin chistar .
Pablo cortó el cordon con unas tijeras que traía en la mochila.
Tomé a la pequeña, tibia, pegajosa y la envolví en mi abrigo , mis manos, manchadas de sangre de vida.
Puse a la bebé sobre su madre que respiró aliviada.
Y llegamos al hospital .
El chófer y yo atónitos , viéndolos entrar.
– A dónde me dijo que va? me preguntó, pero esa tarde preferí regresar caminando.
OPINIONES Y COMENTARIOS