El metro ochenta centímetros del cuerpo de José flotaba desnudo. Al abrir los ojos, notó que todo su entorno era blanco, a pesar que su visión estaba borrosa. Dos sensaciones invadieron su cuerpo, soledad y terror a lo desconocido, lo que hizo que se erizaran sus vellos. Gritó de miedo y se desmayó.

Sus ojos se abrieron nuevamente, lentamente, recordando que estaba en algún lugar blanco, sin arriba o abajo y que flotaba en la nada. Con temor empezó a ver sus extremidades y captó que todos estaba en su lugar. Se tanteó el cuerpo y el rostro buscado algo, no sabía qué. Por su mente pasó que lo habían abducido los extraterrestres o algún gobierno para experimentar… no sabía, pero algo, algo que explicara donde estaba y por qué.

Cuánto tiempo habrá pasado durmiendo o desmayado, no debe ser mucho, pues no sentía hambre o sed. Además, el ambiente era agradable en temperatura. Por lo menos, no le hicieron daño.

¿No estaré en el constructor? Ese de “Matrix”, donde todo puede ser. Algo así como estar conectado a una central de energía, siendo el mismo como una batería… uuuf, sólo faltaba que apareciera Morfeo diciéndole que era Neo y que era el “elegido”. A pesar de lo jocoso del pensamiento, un escalofrío recorrió su cuerpo y tanteó su cabeza buscando su cabello, sí, ahí estaba en su testa. Buscó en su cuerpo los conectores… no, no estaban, suspiró aliviado.

Miró su entorno, blanco y como brumoso, difuso, sin profundidad, sin altura. Una imagen pasó como flash ante sus ojos, fue un microsegundo, pero captó que era una mujer vestida casual con sus manos tapando su rostro, como si estuviera llorando. Esto último fue una deducción, la imagen pasó demasiado rápido.

– ¡Hola! – Gritó, pero no escuchó nada de vuelta, nadie contestó. Nuevamente la imagen de la mujer pasó rápidamente ante sus ojos, captó que dijo algo… ¿qué era?… algo como… es mi culpa. La mujer le pareció familiar, conocida. Sintió angustia por ella, un deseo de consolarla.

Un pensamiento le excitó, no en un sentido sexual, más bien como algo entre amor y enojo. Nuevamente una imagen flash de aquella mujer que lloraba, y gritaba… ¡No me dejes, perdóname!… Empezó a hurgar en sus recuerdos, que poco a poco comenzaban a aparecer. ¿Perdonarla? ¿De qué? Ella le parecía conocida, algo en sus sentimientos… imágenes inconexas llegaban a su cerebro, como fotografías, pero pasaban demasiado rápido, no las alcanzaba a reconocer.

En fin, ¿dónde estaré? ¿qué es esto? ¿qué lugar es este? -¡Hola!… volvió a gritar… nada, sin respuesta. Comenzó a tratar de nadar en esta inexistencia blanca, pero hacia dónde. No sabía si había arriba o abajo, o derecha, o izquierda. Sintió que buscaría moverse hacia lo que estaba hacia su frente. En algún momento encontrará un final, una pared, una ventana… algo.

Otro flash de imagen, pero esta vez fue distinto… con un estremecimiento en su cuerpo que interrumpió su nado. Ahora la mujer estaba vestida diferente, lo abrazaba y le besaba. Una sensación de amor le recorrió… mariposas en el estómago.

José siguió nadando, tratando de encontrar un final a la brumosa blancura. Comenzaba a preocuparse un poco más, no encontraba el final del lugar en que se encontraba. Un viejo dicho llegó de repente… “si un problema no tiene solución, ¿de qué te preocupas? Y si tiene solución ¿de qué te preocupas?”. No lo calmó totalmente, pero sirvió de algo y siguió braceando para llegar a algún lugar.

Otra imagen llegó, ahora ella estaba besando a otro hombre y se vio a si mismo observando desde algún lugar a la pareja. Un dolor eléctrico recorrió su cuerpo… fuerte… agudo… doloroso. Decidió seguir nadando, avanzar, debo llegar a algún lugar, debe haber algún lugar que me de una idea de dónde estoy. Sentía como la adrenalina comenzaba a recorrer más fuerte su cuerpo, el temor buscaba salirse de control, pero él no lo permitió y continuó nadando.

Sintió un fuerte golpe en su pecho, punzante, casi lo dejó sin respiración, gritó de dolor con el poco aire que le quedó. Tuvo que detenerse, descansar un rato. Otro golpe en su pecho, tan punzante como el anterior. El dolor trajo consigo otra imagen, más bien parecía un video, que lo llenó de angustia. La mujer lloraba y gritaba desesperada… ¡Lo maté, lo maté! Se dio cuenta que en la imagen había más personas, la mujer estaba lejana, unos metros lejos, y vio a dos personas junto a él, borrosas, algo gritaban, no entendía qué.

Decidió nadar más rápido, más rápido. Tengo que encontrar como salir de aquí. Otros recuerdos comenzaron a aparecer. Angustiantes, dolorosos, imágenes de esa mujer con otro hombre en la cama y él viéndolos de pie cerca de ellos, José lloraba, las lágrimas fluían libremente, tanto en la imagen como en su realidad actual. Volvió a nadar más fuerte, casi gritando… ¡Tengo que llegar! ¡Tengo que lograrlo!

Otro dolor fortísimo en el pecho… la nada blanca y lechosa comenzó a disiparse… nuevas imágenes borrosas, como si tuviera agua en los ojos… ahora estaba en una habitación que le pareció conocida, a pesar de verla borrosa, escuchaba palabras de dos personas que estaban al lado de él.

– Volvió, está despertando. – Dijo la mujer paramédica con alegría.

– Vuelve a tomar sus constantes vitales. – Ordenó un hombre.

Ambas voces las escuchó a su lado. Observó el lugar y se encontró en una cama, la cama de su habitación. Vio hacia el marco de la puerta hacia sus pies y vio a la mujer llorando en el marco, la misma mujer de sus imágenes, la reconoció… su esposa.

En su boca sintió el sabor ácido y fétido del vómito. Una mano abrió plenamente su ojo derecho y una luz hizo reaccionar su pupila, lo cegaba. Escuchaba a su esposa gritando ¡Gracias Dios! ¡Está vivo! Pero eso sólo le dio una sensación de tristeza, de dolor, de angustia. Las imágenes de la pareja y él observando se hicieron más vívidas, más reales, más acongojantes. Su mujer le engañaba con otro hombre.

Siguió observando su entorno y vio un frasco de pastillas… recordó que se las tomó para morir durmiendo. La realidad le golpeó como un tren. Intentó suicidarse y le habían salvado.

– Su nombre. – Preguntó la paramédica.

– José. – Contestó con amargura en su voz… con dolor… no quería seguir viviendo.

FIN

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