La montura del elegido

La montura del elegido

CAPÍTULO 1:

Hanabi

Las paredes de la caverna se deslizaban por la oscuridad formando un pasillo. La iluminación era escasa, las pequeñas antorchas alojadas en las paredes apenas dejaban ver más allá de la punta de una espada desenvainada. Al final de ese pasaje cavernoso, podían oírse unos gritos, el ruido del hierro al chocar y la voz asustada de una elfa.

Era imposible vislumbrar qué era qué y quién era quién, pero un haz de luz iluminó la instancia, y pudo verse a unos seres de color verde con armaduras yaciendo en el suelo. Debido a sus grandes colmillos y al hedor que expedían se podía deducir su raza.

El único de esos seres que se mantenía con vida se incorporó como pudo y, apoyándose en una sola rodilla, miró a los hombres que habían aniquilado a sus compañeros, sus amigos, sus hermanos…

– Jamás controlaréis el mundo, la libertad no puede ser arrebatada –balbuceó el orco, mientras escupía sangre. El odio que sentía hacía ellos se había desvanecido por el miedo a la muerte y eso se había reflejado en su rostro. Comenzó a temblar mientras balbuceaba en su lengua, la sangre emanaba de su cuerpo por las heridas.

– Los paladines no buscamos controlar el mundo -tras decir esto, Gundem desenvainó su espada-, sino hacer justicia –mientras acababa la frase rebanó la cabeza del orco.

La princesa elfa, Muriel, había sido rescatada de un destino fatal y cruel. Sus captores habían sido derrotados y los Cinco Guerreros de la Estrella la llevaban de vuelta a casa a lo largo de un camino tranquilo, sin haber sufrido ninguna baja y con leves heridas.

– Os estoy agradecida, Gundem, mi pueblo os lo agradecerá con riquezas y manjares dignos de un salvador como vos – comentó Muriel desde su caballo.

– Un paladín no lucha por riquezas, ni por manjares, ni siquiera por el poder, como algunos insisten. Un paladín lucha por la justicia y por hacer el bien altruistamente, así nos han educado y así servimos a nuestra orden.

– ¿Siempre eres así de formal? – preguntó Muriel con tono pícaro.

– ¡Cuando bebe cerveza no! –gritó Curdo-. Sólo es así delante de princesas y reyes, le gusta poner ese tono solemne y aparentar ser el líder –tras eso soltó una leve risa.

– Eso no es verdad, yo… -Gundem intentaba defenderse y se sentía algo incómodo con lo que decían.

– No te hagas ilusiones, Muriel, este hombre está casado –dijo con una sonrisa Fer.

– Estáis importunando a Muriel –comentó tajantemente Gundem.

– No seas soso, Gundem, a ver si vamos a tener que meterte alcohol en la cantimplora para que amenices el viaje – le gritó Uthem desde atrás.

– No seréis capaces de semejante… -mientras decía esto, Gundem les miraba sorprendido.

– Tranquilo, solo están bromeando, ya sabes cómo son – al decir esto Miguel le dio unos golpes en la espalda, demostrando su complicidad.

– Tus amigos son muy graciosos, Gundem, creí que eras el líder del Escuadrón Estrella –Muriel soltó esto entre risas, mientras se tapaba la boca con su mano derecha haciéndola más educada si cabe.

– Ningún escuadrón de paladines tiene un líder, las decisiones se toman en conjunto y por votación, siempre se intenta un consenso general y nos apoyamos los unos a los otros – recitó Gundem con el mismo tono sentencioso con el que se dirigía a Muriel.

Tras muchos días recorriendo los caminos del terreno neutral llegaron al país élfico, donde el pueblo esperaba a su princesa con una fiesta, la cual…

———-

– Tío, no queremos saber qué pasó después del rescate, queremos que nos cuentes historias de cuando mataron al dragón de las Montañas Grises, o cuando acabaron con los cíclopes corruptos de la ciudad de Tilis, o cuando vencieron al nigromante que atemorizaba a un pueblo con sus muertos vivientes – dijo Antonio, un niño joven y pelirrojo con cara de no haber roto un plato en su vida, que disfrutaba con las historias donde más sangre había. Sólo tenía 9 años.

– Es ya algo tarde para contaros una historia tan larga. Deberíais iros a dormir.

La habitación no era demasiado amplia pero en ella dormían los tres sobrinos de Fernando. Normalmente esa habitación solía ser para la ropa de la plancha, pero cuando sus sobrinos se quedaban en casa, organizaban el cuarto para que pudieran dormir en él.

Las camas eran todas plegables y de bastante mala calidad. No eran la delicia de los niños, pero les encantaba ir a casa de sus tíos Fernando y María, porque tenían una consola y jugaban con ellos a múltiples juegos. Además sabían que si se quedaban a dormir,Fernando les contaría alguna historia de Gundem el Paladín, y ese era el principal motivo por el que les encantaba ir.

Fernando era un hombre de unos treinta y tantos años, con una barba prominente de color marrón y un cuerpo escultural. Daba clases de esgrima a mano y media y por eso estaba siempre en forma. No dejaba que su pelo creciera mucho por gusto de su chica, María, pero ella nunca consiguió que se afeitara. Aunque no estaban casados, tras dos años juntos era casi lo mismo.

– Tío Fernando, siempre nos cuentas batallas de Gundem, ¿pero qué es lo último que le pasó? ¿Cómo acabó sus días? ¿Murió en alguna batalla luchando por la justicia? –preguntó con mucha curiosidad Blanca, una niña de siete años muy avispada para su edad y la más curiosa de los tres.

– Si os cuento como acabó sus días, ¿os acostaréis?

– ¡Sí! – gritaron a coro los tres, aunque Matilde tenía sólo cuatro años y no pronunciaba muy bien por lo que su “sí” sonó trabado.

– Apagaré las luces y os lo contaré mientras os quedáis dormidos – a la vez que decía esto, Fernando apagó las luces y los niños, tras asentir con la cabeza, se arroparon con la sábana.

Fernando se sentó en la cama de Matilde y empezó.

– La Orden de los Cinco Guerreros de la Estrella había corrido mil aventuras, habían defendido la justicia y la paz en el mundo en contadas ocasiones, pero todo había sido una preparación por parte de la Orden.

En el mundo había una bruja malvada, una bruja que codiciaba el poder. Había vivido ya cinco siglos y siempre intentó dominar el mundo. Cuando las razas entraron en guerra, ella apoyó a algunas, sólo con el fin de tener controlado a sus líderes el día de mañana.

Tras siglos de guerra los humanos habían conseguido ganar la guerra frente a los orcos, gracias a sus paladines; esto trajo consigo un siglo de paz. La malvada bruja no pudo evitarlo, ya que ella no tenía el poder suficiente para acabar con toda la Orden de los Paladines de Aldor.

Durante este tiempo, se conocía que se estaba fomentando el entrenamiento de chamanes en territorio orco. Los orcos y su rey habían negado conocimiento alguno y culpaban a la bruja de semejante acto. El entrenamiento de chamanes era considerado ilegal por la Orden de Aldor, la cual “gobernaba” las tierras conocidas.

La bruja tenía miles de refugios por el mundo, muchos sitios donde defenderse y se decía que estaba organizando un ejército. Gundem y sus cuatro compañeros habían sido entrenados durante varios años para asaltar a la bruja cuando estuviera lo más sola y desprotegida posible.

Anthony, líder de la orden, encomendó la tarea de acabar con la bruja a estos cinco guerreros, los cuales no dudaron en aceptar dicha misión.

Mediante un portal mágico creado por la orden, llegaron a uno de los bastiones que la bruja tenía. Estaban a un pasillo de ella y sabían que debían apresarla viva, pues eso habían querido sus jefes y eso es lo que debían hacer.

Tras recorrer el pasillo, la bruja les esperaba como si hubiera vaticinado su llegada. No estaba sola, con ella había cinco guerreros. Uno parecía un chamán orco, algo que sorprendió a los paladines ya que se suponía que estaban extintos, otro era un hombre negro de gran envergadura. Su cara, llena de cicatrices, reflejaba que había sido martirizado; no llevaba armas de mano, así que podría ser un hombre de los bosques del sureste. Había un cíclope con una prominente hacha de guerra y un joven arquero elfo.

Para ellos fue un choque ver que aun existían chamanes, con su piel de vaca echada por encima, su bastón acabado en una equis roja y su mirada inyectada en sangre. Pero les parecía increíble que un elfo estuviera con la bruja, era extraño ver a un elfo doblegarse ante alguien que no era de los suyos.

La batalla fue violenta y muy dura, la bruja al principio no hacía nada, sólo miraba cómo luchaban. El chamán lanzó un conjuro de parálisis a Fer que lo dejó fuera de combate al poco de empezar, pero Gundem había proyectado un conjuro de fuego al cíclope en el ojo y golpeaba al aire sin ningún control.

Tras una buena tanda de golpes en su contra, Curdo clavó su espada en la garganta del hombre de color, estaba exhausto y cayó desmayado tras acabar con él. El joven arquero elfo había lanzado como diez flechas a Uthem pero él las había rechazado todas con su magia y se disponía a golpearle con su espada cuando la bruja le lanzó un conjuro a Uthem que le dejó inconsciente en el suelo.

Mientras Miguel y el chamán se lanzaban conjuros, Gundem entabló una pelea con la bruja, a base de conjuros y magia. La bruja vio su derrota cercana, no imaginó que Gundem fuera tan poderoso, pero tenía un as en la manga.

La bruja conjuró un portal que empezó absorber a Gundem, mientras ella reía diabólicamente. Gundem vio que no podría hacer nada, así que lanzó un conjuro de cambio de sitio con la bruja, el cual fue anulado por ella aunque no del todo. Tras un fogonazo de color negruzco apareció al lado de Gundem y ambos fueron atraídos por el portal.

Mientras los dos entraban podía oírse gritar a Miguel un “No” contundente y frío, que caló en los huesos de Gundem, del cual nunca se volvió a saber.

– ¿Y ya está? – preguntó Blanca con un deje de desilusión –. ¿No se supo más de él?

– Así es – le dijo Fernando a la niña, que estaba totalmente incorporada en la cama-. Deberías dormirte ya, Blanca. Siento que el final de Gundem te haya desilusionado, pero no se supo más de él, y tus hermanos ya duermen.

– Se te podía haber ocurrido un final mejor, con todas las aventuras que ha vivido…

Fernando sentía predilección por Blanca, de sus tres sobrinos políticos era la más despabilada y la única de los tres que pensaba que esas historias venían de la mente de su tío y no que habían pasado de verdad.

Fernando cerró la puerta despacio y al salir María le agarró por detrás, rodeando su cuerpo con sus brazos. Le dio un beso en la mejilla y le habló al oído, no muy alto, pero sin llegar al susurro.

– Serás un buen padre.

– ¿Qué te hace pensar que no lo soy ya? – dijo, girando su cabeza para mirarla a los ojos, con un tono de broma.

– ¡¡Oye!!

Ambos empezaron a pelear medio jugando y acabaron en la cama besándose, cerraron la puerta de su habitación y no hicieron mucho ruido, pues sus sobrinos dormían no muy lejos de ellos, ya que vivían en un piso algo pequeño.

Unas horas después, Fernando no podía dormir y puso la tele. Empezó a hacer zapping hasta que vio un noticiero nocturno donde hablaban de un acontecimiento extraño en un pueblo.

Una reportera comentaba que en un pueblo en las montañas de la sierra de Granada se habían visto fuegos de colores provenientes de un bosque cercano.

– Aquí estamos en el pueblo de Jubar, provincia de Granada, donde los habitantes del lugar han podido observar atónitos cómo hace unas horas unos fuegos de diferentes colores han asaltado el cielo, como si de fuegos artificiales se tratase. Venían de arriba de la montaña, en la parte más alta de la ladera, más allá de donde se encuentra este pueblo. Allí se dice que habitaba una mujer un tanto excéntrica.

– Hanabi… – susurró Fernando con la cara pálida y los ojos súper abiertos.

María, tras despertarse, descubrió que se encontraba sola en la cama. Era ya de día y los niños no tardarían en despertarse. Salió a la cocina por si Fernando se encontraba allí, pero no estaba; tras dar una vuelta por la casa y ver el baño abierto, se dio cuenta que se había ido.

Empezó a hacer el desayuno a los niños y cuando estuvo listo los llamó a desayunar. Ellos vinieron lentamente por el pasillo. Ella estaba preguntándose dónde habría ido Fernando, se había dejado el móvil en casa. Era domingo y en el centro estaba todo cerrado, no se imaginaba donde podría estar.

Los niños preguntaron por su tío Fernando, a lo que María no pudo contestarles rápidamente, tras dudar les dijo que había salido un momento a comprar algo. Lo lógico sería pensar que había ido a por churros, pero le habría dejado alguna nota para que no hiciera el desayuno.

Tras desayunar los niños vino su madre a recogerlos, que preguntó por Fernando, y María le dijo que no sabía donde se había metido.

– No te preocupes, ya aparecerá. –contestó la hermana de María.

A María esa frase no la tranquilizó, lo que hizo fue ponerla más nerviosa. No era normal que se hubiera ido así de repente, sin decir nada, sin despedirse de sus sobrinos. ¿Qué le había hecho irse sin avisar? Miró su armario y vio que se había vestido con ropa de hacer deporte, pues era la única que no estaba colgada. También se dio cuenta de que había estado en el trastero, ya que estaba todo revuelto, como si hubiera cogido algo de allí.

La mañana pasó rápido y llegó la hora de almorzar sin rastro de él, lo que ya empezó a preocuparla. Al llegar la noche denunció su desaparición.

Sipnosis/Resumen:

Fernando era el hombre ideal, el arquetipo de la perfección, amable, sensato, honesto…, pero un día desapareció de su hogar tras ver una noticia por la tele de unas luces extrañas en Jubar. Su pareja María lo buscó y al encontrarlo, descubrió que todas las historias que contaba a sus sobrinos de paladines, orcos y elfos eran verdad.

Por un accidente vuelven ambos al mundo de Fernando, donde es Gundem el paladín. Un mundo donde las diferentes razas están “protegidas” por los paladines y se avecina una rebelión contra ellos.

Fernando ahora Gundem cae en diferente sitio que María y al darla por muerta, debe solucionar los problemas que hay en su mundo.

María es violada por orcos y “acogida” por una bruja, que la manipula para culpar de todo a Fernando, mostrándole que tiene una familia, ocultándole que la da por muerta y que por eso no la busca. Llena de odio y frustración será entrenada en la magia oscura como sucesora de la bruja, ya que el hijo que ahora yace en su interior, no solo es un semiorco sino es el niño de una profecía muy maligna.

Mientras en el reino van ocurriendo reuniones y situaciones que pondrán en peligro el siglo de paz que los paladines han intentado proteger. Los paladines poco a poco van perdiendo aliados sin darse cuenta y Miguel su líder no querrá ver la realidad que está por llegar.

Los elfos se reúnen con los orcos, los hordes y los hombres lagarto toman partido en la guerra civil de los ciclopes, los hombres águilas ven peligrar su futuro, el rey enano es asesinado, el caos se cuece a fuego lento.

En todo esto Fernando descubrirá que María está viva y deberá decidir si salvarla o salvar su mundo.

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