LIBRO I

«SANGRE VERDE»

CAPÍTULO

I

«IAN»

Día I

Abro mis nublados ojos. A través del vidrio esmerilado de la ventana, puedo ver la luz del día, pero no mucho más. Encuentro algo borroso el lugar, pero poco a poco me acostumbro. Mi respiración somnolienta retumba en mi cabeza. Cuesta mantenerlos abiertos. Abro la boca para intentar destapar mis oídos que parecieran tener un tapón de cera. No entiendo que pasa. Despierto entre parpadeos y preguntas. Poco a poco vuelvo en mí. Estoy desorientado, pero logro darme cuenta de que el lugar se me hace desconocido. Me reincorporo girando el cuerpo y lo primero que avisto es una luz blanca que destella cada un par de segundos en la esquina, justo arriba de la puerta. No es una habitación corriente, el blanco de las paredes, la cama, el techo, incluso esa maldita luz encandila mis ojos entreabiertos << ¿A caso me encuentro en un sueño?>> pienso. Hay muchos que parecen reales, más bien este es de ciencia ficción. Palpo la cama, es real, todo es real. Eh despertado aquí y no entiendo por qué. No recuerdo nada, sólo conozco mi nombre, o eso creo, pero por más que sepa como me llame, no sé quién soy. Siento y sé que no pertenezco aquí.

Me levanto cuidadosamente, no voy a hablar hasta que entienda qué pasa. Me siento mareado, tengo nauseas. A mi izquierda veo lo que parece ser el baño. Corro rápidamente para hundir mi cabeza en el inodoro. Todo me da vueltas, que sensación tan extraña. Es todo tan confuso. Me siento débil, los brazos y las piernas tiemblan al ritmo de mis latidos incesantes. Me miro en el espejo pero todo está borroso, el suelo también lo está, mis manos…

Entonces, cierro los ojos y me concentro. Pienso en lo último que recuerdo, curiosamente, creo, que es lo único que tengo en mente. Antes de despertar me vi hablando frente a mucha gente.

De pronto, me falta el aire, me cuesta respirar. Siento como si un durmiente de madera me aprisionara contra el suelo, pero lo raro es que ahora puedo ver perfectamente, puedo distinguir el sillón anaranjado en la siguiente habitación. Me tomo del pecho, maldita sea este dolor. De repente, mis pulmones se llenan con una bocanada de aire, mis manos y mis piernas toman fuerza. No entiendo nada, me siento estupendo, el miedo se aleja sonriente.

Camino hacia la habitación lindera, el sillón anaranjado, algunos libros en una repisa y una mesita pequeña es lo único que hay. Me dirijo hacia la pequeña. Un cartel llama mi atención, luego un artefacto con forma de pistola aminora mí marcha. El cartel dice “aplícala en tu brazo” << ¡Claro si como si fuera a estar tan loco! >> Pienso en vos alta.

Otra ventana, otro vidrio esmerilado que deja pasar la luz pero no muestra nada. A su lado una puerta. De inmediato me dirijo hacia ella. Me siento muy bien. La cautela es mi aliada, la duda una mochila pesada que intento sacarme de encima. Giro el redondo picaporte y lentamente abro la puerta. Un destello de luz me vuelve a encandilar. La luz del día se escabulle hacia el interior de la habitación sin pedir permiso. Ahora todo se aclara. Asomo mi cabeza, y con ella mis curiosos ojos. Por alguna razón dejo mis pies dentro de la casa. Parece que el futuro se vino de repente. Esto no es normal, las casas parecen o son cubículos pequeños montados uno al lado del otro.

De repente, empiezo a ver algunas personas salir de sus refugios. << ¡Hola! ¡Ey! >> intento decir algo, pero me doy cuenta que estoy sólo con mi ropa interior. Entro de inmediato. Voy hacia el cuarto y a toda velocidad busco algo para ponerme. Esta gente parece estar en la misma situación que yo, son mujeres y hombres, pero están vestidos.

En la habitación está todo cerrado, no hay ropa por ningún lado, me muevo ligero hacia el baño, el suelo se siente tan suave y cálido. Allí tampoco encuentro nada. Pienso << por algún lado tiene que haber algo guardado >>. Observo detenidamente, en ese instante me doy cuenta que hay una grieta en la pared de la habitación. Me dirijo hacia ella, los centímetros que la conforman me permiten introducir los dedos. Inmediatamente la puerta se abre sola, una especie de vapor esterilizador emana del interior. Dentro de ella, esta mi ropa. Al verla algunos recuerdos vienen a mi mente. Un pantalón con muchos bolsillos, y una remera azul. Por suerte no hace mucho frío.

Me visto tan rápido como puedo. Ahora sí, salgo de la blanca casa. Observo al rededor, todos están desorientados, pareciera que ninguno entiende nada. Me acerco a una chica que se encuentra parada al lado de mi casa.

─ ¡Hola! ─digo amistosamente─. Mi nombre es Ian ¿Tu cómo te llamas? Me mira temerosamente. Hace dos pasos hacia atrás. No responde. Le extiendo mi mano, trato de parecer amigable. ─ Mi nombre es Ian─ agrego─. ¿Entiendes lo que digo?

  No me responde. En eso puedo ver que los demás comienzan a agruparse en la casa de enfrente. La miro nuevamente y le indico con mi mano que espere allí.

Cruzo la pequeña calle y me dirijo al grupo, son unos nueve. Alguien parece estar tendido en el suelo. Apresuro mis pasos. Al llegar al lugar puedo ver que es una joven, su cuerpo está brotado y lleno de telangiectasia. Ahora comienza a tener convulsiones. Esto no está bien. Algunos la sostienen mientras que otros se van de la escena asustados.

─ ¿Qué fue lo que paso? ─Pregunto, pero todos me miran y nadie me responde. << Qué pasa, por qué nadie habla >> pienso.

En eso veo que dos tipos conversan en un idioma que no puedo entender, uno de los dos sale corriendo hacia la casa que está frente a nosotros. Observo para todos lados, algunos parecen comprender lo que está ocurriendo, otros no participan, se quedan alejados. El joven que se había ido vuelve corriendo con una pistola como la que vi en mi casa. Rápidamente la dispara en el brazo de la joven. El tirador realiza un gesto con sus brazos para que se aparten todos.

El nudo en la garganta por la situación no me deja volver a preguntar. Si tan solo pudiera entender algo de todo lo que está pasando. Miro con detenimiento, la gente que está a mi alrededor parece muy extraña, cada uno vistiendo ropa diferente, cada uno hablando un idioma distinto. Entonces levanto la voz y comienzo a gritar.

─ ¡¿Alguien habla Español?! ─Lo hago poniendo mis manos a un costado de mi boca, como si fuera un amplificador. Vuelvo a repetir.

Luego de unos momentos, dos personas se acercan. Uno muy alto y morocho, otro de mi altura, un metro ochenta y pico, se lo nota bastante fuera de forma. Caminan hacia mi tranquilos. La verdad es que ya me di cuenta hace un rato de que esto no es un sueño y necesito saber qué es lo que está pasando.

─ ¿Recién llegaste no? Me dice el más bajo, cuando llegó a mi encuentro, con una voz que no cabe en su cuerpo, más bien pareciera pertenecerle a un niño. Me resulta un poco extraña la pregunta. << ¿Cómo que si recién llego? >> Pienso, luego decido responder.

─ Sí, creo que sí, desperté hace poco, en aquel cubículo de allí─ digo mientras señalo con la cabeza hacia el lugar.

─ ¡Ya veo! ─dice el chico─. Luego mira al otro y le dice─ ¿Cuánto tiene, seis horas?

─ Creo que menos ─responde el morocho. No entiendo de qué hablan, me interpongo

─ ¿Cómo que seis horas, de qué están hablando? ─uso un tono de voz fuerte. Se sonríen.

─ Mira, mi nombre es Scall y él es Ther ─dice el más bajo de los dos.

─ ¿Qué tal hermano? ─agrega el alto y flaco con una gran sonrisa en su cara. Su energía me ablanda el ceño. Tengo que tranquilizarme, respiro.

─Bien ─contesto a secas, pero realmente me interesa saber que pasa no cómo están estos dos, aunque trato de ser amable, pregunto luego─ ¿Alguno puede decirme que está pasando? De repente amanecí aquí, y parece que no soy el único. Scall Tomó la palabra.

─ Mira, nosotros llegamos aquí primeros, ayer. Luego llegó Brenda y Briya, aquellas dos que están por allí ─dice mientras señala hacia las chicas.

Ther agrega: ─ Entonces, comenzaron a llegar dos cada hora─. Todo estaba bien, hasta que después de un buen rato Brenda y Briya empezaron sentirse mal, Briya tuvo convulsiones ¡No paraba viejo! Estuvo mucho tiempo así, no sabíamos qué hacer, hasta que nos dimos cuenta que la única diferencia entre ellas y nosotros, desde que llegamos, fue que nosotros nos inyectamos con la pistola.

Me sorprendo, pero no por las chicas, digo entonces: ─ ¿Tú te inyectaste sin saber que era?

─El cartel decía eso, pues yo le hice caso ─dijo Ther riéndose. No parecen muy inteligentes, pero al menos descubrieron, aunque haya sido de casualidad, que es vital inyectarse esa cosa.

─ ¿Qué pasa si no lo haces? ─pregunto. Con su cabeza Scall me señala a su derecha el montón de cuerpos que estaban acomodados uno al lado del otro una cuadra más arriba.

<< Mierda >>, pienso, << ¿qué clase de broma es esta? Esto está mal >> me digo. Observo la situación una vez más. Una treintena de personas vivas y confundidas, otras tantas muertas que ni siquiera llegaron a saber qué les pasó. Tal vez fue una mejor suerte. Estamos rodeados por grandes muros, realmente son muy altos, ¿Quién construyó todo esto? hay unas tres calles, varios contenedores y nada más. Un portón enorme al frente << ¿qué diablos está pasando? >>.

Ahora puedo ver como la joven que convulsionaba se recupera de su malestar, todos demuestran felicidad por su recuperación, parecen ser buenas personas. Entonces, tomo la decisión de ir hacia mi cubículo.

Antes de llegar veo a la joven vecina abrumada y sentada en su puerta, con mi cabeza la saludo, pero ella ni se mosquea. Sigo adelante. Entro al cubículo. Me dirijo apurado hacia la mesita de luz, allí aguardaba la pistola, al lado de ella un recipiente plateado. Al abrirlo puedo ver los cartuchos. Cuento treinta. Temo equivocarme, pero si lo que los chicos dicen es verdad, necesito hacerlo y esto ya es demasiado extraño como para volverse peor. Parece muy fácil, hay un hueco donde entra perfectamente el cartucho que cabe entre mis dos dedos pulgar e índice sin estirarlos demasiado. Los introduzco en el orificio y me preparo. Antes de ponerlo sobre mi brazo intento recordar algo de mi pasado, pero nada se me viene a la mente. Entonces, decido apretar el gatillo…

No siento nada, un pinchazo y muy pequeño solamente, incluso casi ni lo percibí. Eso sí, me da mucho picazón. Como un hormigueo que me recorre desde el hombro hasta la mano. De un momento a otro merma y la verdad es que me siento muy bien.

Oigo gritos que provienen de afuera. Salgo de la casa con la pistola en uno de mis bolsillos y los cartuchos en otro. Entonces veo a casi todos corriendo hacia la esquina. Digo casi todos porque mi vecina sigue aún sentada en la puerta. La dejo atrás, me preocupa, quiero ayudarla pero es primordial ver qué está sucediendo, tengo que saber qué pasa. Sigo al grupo. Al llegar puedo ver que el gigante portón que recubre el muro está abierto, pero aún no puedo observar lo que hay del otro lado, entonces la intriga acelera mis pasos. Al llegar al portal mis impresionados ojos se abren como monedas. Una enorme ciudad espera tras los muros. Frente a la puerta un callejón, de una cuadra y media más o menos, algunos autos abandonados y un silencio aturdidor. Por unos segundos todos están callados. Hasta que en un momento uno pregunta << ¿Deberíamos entrar? >>.

Me llama la atención porque puedo entenderlo. Ahora otro más habla a mi derecha.

─ No lo sé, mira eso, está abandonado y es enorme ─dice con vos ronca─, no me parece una buena idea. Una chica detrás de mí toma la palabra.

─ Tarde o temprano vamos a tener que hacerlo o moriremos de hambre ─exclama con presencia─. Aquí no hay comida, sólo un montón de cuerpos, unos cubículos con camas y nada más.

Me vuelve a resultar raro, hace un rato nadie me respondía. Ahora los dos que hablaban lo que parecía ser ruso hablan entre ellos. Les entiendo perfectamente. Veo a Ther cerca, con cuatro pasos me pongo a su lado y le pregunto.

─ Ther ¿por qué puedo entenderles a todos?

─ ¡Ah tú! ─exclama y luego agrega sonriente─. Te fuiste sin que nos dejaras explicarte todo─. Después de ponerte la inyección comienzas a entenderles a todos. Parece ser que somos de diferentes partes del mundo pero esa cosa nos hace uno. Mi cara se pone pálida, o al menos eso es lo que me dice Ther, cuando me pregunta si vi un fantasma. Me quedo boquiabierto << ¡Que extraño es todo esto! >> ─ Si lo sé ─dice de repente─ ¿Es genial no?

Me quedo callado, pienso “¿Y si es una trampa? obviamente quieren que nos dirijamos hacia allí”. Está claro que aquí no podremos quedarnos, esa chica tiene razón, pero si ni siquiera los conozco a todos. Pienso, luego tomo la voz.

─ Escuchen… ¡Escuchen! ─repito la segunda vez con un tono más fuerte─. No sé si es una buena idea entrar a la ciudad sin un plan previo. Tal vez debemos conocernos, quedarnos unas horas, pensar un plan.

Un chico que estaba a mi derecha uniformado dice: ─ Creo que tiene razón, no sabemos si es seguro entrar allí y si lo hacemos deberíamos ir en grupos, conseguir provisiones, vamos a necesitar comida muy pronto y después ver qué es lo que traman los que nos pusieron aquí.

Me doy cuenta que el grupo está mirándome como si esperaran a que diga algo más. Tengo una idea, pero no sé si será la correcta. Una parte de mi quiere entrar allí, pero la duda me invade. Tengo que decir algo, entonces tomo nuevamente la palabra

─ Propongo que un grupo pequeño se entrometa en la ciudad. Yo me ofrezco, buscaremos provisiones, veremos qué hay del otro lado y volveremos antes que oscurezca.

Inmediatamente otros se alistan, entre ellos, Ther, Scall y el tipo uniformado. Tengo la necesidad de saber que hay más allá de estos muros. La misteriosa oferta de entrar a este lugar desconocido me parece un tanto razonable, pues aquí no hay nada, aún cuando lo extraño sea todo esto que está pasando. Pienso más en la idea de salir de aquí. Vamos a tener que hacerlo de todas formas, hoy, mañana o un día de estos. Mejor hoy, mejor ya…

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