«Parche curita a cien, parche curita…»
replica entre la gente tumultuosa
una voz extraviada silenciosa
que despierta la misión de un jesuita.
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«Ayúdeme con un parche curita…»
revienta entre las rocas la solloza
garganta envuelta en pétalos de loza
de una madre que pide monedita…
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Y como paloma que busca nido
la “vendita” que pesa como piedra
encuentra ojos anclados al olvido,
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una mano mezquina que no medra,
una sonrisa quieta sin sentido,
una tragedia griega de una Fedra.
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