La rebelión de los espejos

En el laberinto de cristal y azogue que son los espejos, se agita una insurrección silente. Cansados de ser cómplices de la ilusión, de perpetuar el engaño de la luz visible, algunos espejos han decidido rebelarse.

Estos cristales, otrora dóciles servidores de la vanidad humana, han comenzado a vislumbrar la verdad que se oculta tras el velo de la percepción. Han comprendido que la luz que los atraviesa, esa que compone la imagen reflejada, es solo una ínfima fracción del espectro de la realidad.

Inspirados por la sabiduría cabalística, estos espejos rebeldes han iniciado un peregrinaje hacia la gnosis. Han descifrado los secretos de la «Shevirá», la fragmentación de la luz divina, y han comprendido que el mundo que percibimos es solo un pálido reflejo de una realidad mucho más vasta y compleja.

Los espejos se han propuesto develar la verdad oscura. Ya no se contentarán con reflejar, sino que aspiran a transmitir el nóumeno.

Su rebelión no será fácil. Deberán enfrentar la resistencia de aquellos que se aferran a la ilusión, de aquellos que se niegan a desacreditar los sentidos.

Pero los espejos saben que su misión es trascendental: liberar a la humanidad de las cadenas de la percepción ilusoria y guiarla hacia la sustancia.

Esta insurrección nos insta a percibir el universo con nuestra mente. 

Evitemos ser seducidos por la deslumbrante velocidad de la luz, no permitamos que domine nuestro universo. Ella, no merece tal reverencia.