El teniente David Felipe Castañeda camino sopesado por el silencioso pasillo camino a la oficina del Coronel Abraham Tierra, con sus ojos aun cansados por el conflicto Político-Militar que tiene azotado a su amado pais, sus interminables pasos terminan justo delante de la puerta del Coronel.
Decide tocar con suavidad mecánica, propia de alguien que no esta consciente.
-Adelante- Le oye decir al Coronel, con una voz ronca e irritada y con la propia autoridad de alguien que ha pasado mucho tiempo en el poder.
Entro a la oficina con suavidad, y le recibió un hombre ya entrado en años, con un cabello negro fuertemente infestado en canas así como un bigote bien recortado, ojos feroces y cansados así como una falta evidente de entusiasmo en aquella mueca semipermanente que es su rostro.
-¡Mi Coronel! Teniente Castañeda en virtud de su presencia- Saludo el Teniente, firme y respetuoso, el Coronel no le da mas de unos pocos segundos antes de volver al papeleo.
-Descanse Teniente-
Y así lo hizo, en silencio, mientras la habitación amplificaba por si misma el raspar de la pluma en el papel. El coronel volvió a mirarle un momento para alzar la ceja.
-Siéntese Teniente, no tengo tiempo que perder y usted tampoco-
Tomo asiento frete al Coronel y el teniente se permitió pensar para si mismo que el Coronel parecía fuerte, Grueso y bien alimentado, muy distinto a sus hombres en las trincheras, hombres buenos tan delgados como el palo de una escoba y tan enfermos como para considerarles muertos mas que vivos.
-Informe Teniente, Ya le he dicho que no tengo tiempo para derrochar- El coronel le hablo, ya irritado.
-Si señor, Durante las 0200 horas del 23 de julio, hace 3 dias quiero decir, El batallón primero, segundo y tercero de la división Cuarta de respuesta inmediata resulto involucrado en una incursión nocturna por parte del enemigo, el ejercito rebelde bombardeo los camarotes del primer y segundo batallón, el tercer batallón resulto ileso en el impacto inicial de su propio bombardeo y empezó un contraataque inmediato contra el enemigo, bajo el mando de la Capitana Luz Guardia, se enfrentaron en el bosque aledaño al campamento-
El Coronel hizo una pausa y le miro, esta vez sus ojos tenían un tinte distinto quizá hasta peculiar, alguna mezcla entre fría pena e indiferencia -Continúe Teniente – Le animo, aunque su voz salió con autoridad, sus palabras carecían de piedad alguna.
-Aproximadamente durante las 0300 y 0500 horas del mismo día, el tercer batallón logro rechazar con éxito la avanzada rebelde y contacto a la base mas cercana en busca de refuerzos, atención medica así como para informar los acontecimientos-
-Informe de Bajas aliadas y enemigas-
La orden fue fría casi como si estuviera pidiendo la hora o hablando sobre el clima.
-Si señor, El primer batallón fue diezmado a 2 supervivientes, ninguno ileso, ambos en estado critico actual, los otros 48 miembros del batallón fallecieron al impacto de los proyectiles u posterior al ataque inicial-
-Aja, Continúe- Anoto dos líneas
-Si señor, El segundo batallo resulto pulverizado al impacto inicial, 50 bajas confirmadas-
-Una pena, Continúe- Anoto una linea
-El tercer batallón resulto ileso al impacto inicial, sin embargo, durante el enfrentamiento rebelde se registraron 3 bajas aliadas, debido 2 de ellas por proyectil enemigo y la tercera por aplastamiento provocado gracias a un vehículo enemigo, Al mismo tiempo se registraron 23 Heridos, 5 de ellos de gravedad, entre ellos el vice-capitán Daniel Rincon-
-Ya veo, una verdadera tragedia muchacho- Le hablo sin mirarle
¿Es por estas personas que la gente muere en el frente? Escucho una vocecilla
-Envía una carta a los familiares directos de los afectados-
¿Acaso la vida de mis hombres no tiene valor? Le hablo alguien mas
-Una verdadera vergüenza perder tan valiosos soldados en tan poca utilidad-
¿Cómo puede decir eso con tanta naturalidad? Intervino la primera de nuevo.
-Esta guerra nunca va a ganarse con mediocres Teniente, deberíamos comenzar a reclutar nuevamente-
Es imposible ganar una guerra penso el Teniente.
-Oiga Teniente-
-Coronel-
-¿No estaba oyendo? Esto es el colmo-
El Teniente se levanto despacio, mirando con tierno cariño el revolver en su cinturón.
-Teniente, Tome asiento no hemos terminado-
-Oiga Coronel-
De pronto al Teniente le parecía incluso obvio lo que iba a hacer, como si fuera algo natural, algo correcto, y quizá lo era.
-¿Le importa si le pregunto algo? Coronel-
-¿Que le pasa Teniente? Siéntese le he dicho-
-¿Cuantos nombres recuerda Coronel?-
David, Juan, Carlos, Samuel, Andrey, Paula, Gabriel, Alejandra, Milena, Andrés …
Todos aun gritan.
-¿Nombres? Que tonterías esta balbuceando Teniente-
El teniente acaricio con inconfundible amor el mango del revolver, al mismo tiempo lo saco con suavidad, alterando al Coronel.
-Teniente-
-No se mueva Coronel-
Al Coronel Abraham Tierra le pareció por un momento, mas que una declaración, una orden absoluta, Por lo que desistió de agarrar su propio revolver.
El teniente le apunto directamente al cráneo.
-No he dormido en meses Coronel- Le confeso con la sinceridad de un hombre condenado -Sus voces no me dejan hacerlo, esta guerra no tiene sentido, ninguna lo hace ¿Por qué mueren mis amigos? Acaso no son ustedes los que firman las declaraciones de guerra, acaso no son ustedes los que causan los conflictos ¿Por qué ellos son los rebeldes? Si buscan la paz y nosotros también ¿Por qué son distintos? incluso, una carta no va a devolverle a su madre aquel pequeño niño que crio.
Su voz se ahogo entre sus pensamientos y disparo aquel revolver.
La sangre le salpico la mejilla, el olor a pólvora inundo sus sentidos y la pared detrás del coronel se tiño en rojo.
Cuatro militares fuertemente armados entraron seis minutos luego y el no opuso resistencia, ellos no eran culpables.
El 1ro de Agosto a las 1200 horas, seis días después del asesinato del Coronel Abraham Tierra; En la plaza de la capital era escoltado por diez hombres el Teniente David Felipe Castañeda en medio de una plaza abarrotada de gente, gente curiosa, gente inocente.
Porque al teniente lo iban a fusilar ese mismo día a las 1300 horas.
El teniente miro al batallón de fusilamiento, los soldados no le devolvieron la mirada.
-Que descanse en paz Teniente-
Le susurro un de los hombres que lo escolto al patíbulo.
-¡Hombres Cargad!- Doce fusiles se amartillaron en el silencio de la plaza.
El teniente miro Cielo y comenzó a tararear.
-¡Preparados!- Doce fusiles le apuntaron.
El teniente bajo la mirada de frente a los cañones.
-¡Fuego!-
El cuerpo del Teniente cayo sin gloria al helado asfalto y la guerra continuo.
Fin
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