– Quién iba a decirme que acabaría organizando algo así…

La madre de Elías sonreía. Su hijo había estado preparando, durante meses, aquella aventura.

– Tu abuela siempre quiso peregrinar hasta Zaragoza para ver a su Virgen del Pilar. Puede que haya sido una de las pocas ilusiones manifestadas en su vida. Preparada lleva tiempo su bolsa, en la taquilla de la residencia.

– No hubo tiempo, mamá…

– No. Pero mira su cara. ¡Ella se ha ido con la ilusión de que iría! Cariño… Eso lo cambia todo.

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