Hasta el fin del mundo

Desde nuestro hogar se podía ver como la ventana del vecino había reventado, dejándolos entrar a despedazarlo, no existía calma en las manos que arañaban su cuerpo, desesperaban por arrancar cada pedazo de carne hasta dejarlo sin vida, o como uno de ellos. Andrea aún se encontraba en casa, no la culpo, el mundo se fue al carajo en el peor momento, solo hace unas horas nuestra relación había terminado de manera oficial.

Sus maletas recién hechas están en el piso sin ninguna intención de ser levantadas, el silencio era profundo e incómodo, en una situación distinta nos hubiéramos reído, pero cómo podíamos ignorar las palabras antes dichas, o esta animosidad que veníamos cultivando desde hace tanto tiempo. Estaba claro que éramos incapaces de dirigirnos la palabra, y solo nos dignamos a observar por la ventana, con solo centímetros entre nosotros, el caos y la desesperación que inundaba las calles.

Llega un punto en el que los horrores que tienes frente a ti te hacen entender que de allí no podrás salir, en momentos así no sabes si llorar o dejar que tus piernas se rindan, quizá de estar solo lo hubiera hecho, pero esta chica que alguna vez fue mi todo me acompañaba en este infierno, llámalo orgullo o costumbre, pero no quería que ella me viera así.

Un nudo en la garganta colapsado por mi miedo a morir me hace querer tomar su mano, pensando en que el lazo que formen mis dedos contra los suyos digan las palabras por mí, o pedirle con mi voz rota si quiere pasar estos últimos momentos como mi pareja, fingir que los problemas, las mentiras, y errores, nunca pasaron; pero si me giro sé que chocaré con ese bello pero inalterado rostro, como si todo estuviera bien, sé que incluso en el fin del mundo tu corazón no se abrirá para revelar tus aflicciones.

Tardaron más de lo que creía, pero se dieron cuenta de nosotros, primero uno y luego decenas de ellos, en  corrupta sincronía se giraron y comenzaron a marchar, no hubo tiempo para siquiera preparar la casa, tampoco para mentirme de que las ventanas o la puerta aguantarían.

Mi cabeza daba mil vueltas, y mi corazón quería huir dejando mi cuerpo detrás, nos atraparán en minutos, pero ninguno de los dos se movía, como si un pacto entre nosotros se hubiera formado, donde debíamos morir en una contigua lejanía.

Tomó todo de mí para darme la vuelta y mirarte, los observas acercarse, tienes un gesto sereno, como el de alguien que espera una obra empezar, pero estos años no fueron en vano, te conozco tal vez mejor que nadie, y veo en esos ojos caramelo que tienes miedo, que si no estuviera junto a ti llorarías, tus nervios vencerían tus piernas, dejándote caer al suelo exasperándote por un destino que no quieres vivir. ¿Entonces por qué? ¿Por qué no puedes ser vulnerable solo una vez?.

Odio eso de ti.

Tu mano está fría, un total contraste con tu rostro enrojecido que me mira confundida, temo que caigas mientras te llevo a través de la casa, pero debo apresurar para encontrar el mejor lugar para que huyamos, por tu parte, te dejas arrastrar en este desesperado último intento de escapar.

No soy tan fuerte para mirarte, no eres tonta, y sé que también te diste cuenta de que no hay donde escapar, tampoco te quiero ver mientras tiró al suelo los platos, los tazones y el separador del mueble, debo verme como un niño haciendo un berrinche.

Lo siento, pero con fuerza te debo obligar a entrar al mueble, es poco el espacio, lo sé, pero esto fue lo único que se me ocurrió, de haber más tiempo, hubiera buscado un lugar donde no se escuchara lo que pasará.

Antes de cerrar el mueble logro ver tu precioso rostro, tus grandes ojos y complexión perfecta serán algo que me llevaré a todos lados, ni mi muerte me lo arrebatará. Es en esta última despedida de ti en la que siento que estos años valieron la pena, de tus ojos caen copiosas lágrimas, desearía haberlas visto mucho antes, pero sé que por fin, en el fin del mundo, abriste tu corazón ante mí.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS