Breve cronograma sobre la representación de las ideas

Breve cronograma sobre la representación de las ideas

Alex Bossi

15/09/2023

—Si quisiera un cielo color turquesa lo tendría —Dijo Renetet, una muchacha con cabello castaño claro y cachetes levemente rellenos.

—Lo tendrías, no hay duda de eso —Respondió Anat, su amiga más intima, igualmente castaña y de gruesas pecas bronceadas.

—Y si deseara que el día durase veinticuatro horas más, duraría veinticuatro horas más.

—También es posible, todo lo es en la nueva vida —Volvió a replicar Anat, a la vez que hacía aparecer una libreta de hojas mágicas en las cuales cualquier cosa podía ser dibujada, y en donde esos dibujos cobraban vida y salían disparados hacia el aire circundante.

—Todo lo es en la nueva vida —Sentenció recostándose sobre una almohada que había hecho emerger desde la nada misma.

La nueva vida; aquél sitio donde cualquier cosa era posible, donde las tazas de café se llenaban solas y donde las residencias flotantes olvidaban la sujeción a constantes físicas. Donde los días duraban lo que uno deseara que durasen y donde los libros emitían decretos políticos.

—¿Por qué no te recuestas, Renet? ¿Creías que me había olvidado? —Anat hizo aparecer otra almohada justo detrás de su amiga.

—No, tu nunca te olvidas de nada —Soltó una leve risa—. Esperaba a que salga de ti.

—Entonces ponte cómoda. Voy a sincronizar los parámetros sensoriales y en unos pocos segundos estaremos viajando sobre la historia de las representaciones.

De forma creciente, haces de espectros lumínicos variantes emergieron en sus campos de visión, hasta que luego de unos pocos segundos dejaron de aparecer y ambas se encontraron en otro lugar distinto.

Se hallaban sobre una gran plaza circular con mosaicos dibujando diversas figuras en el suelo. La misma estaba llena de largos bancos distribuidos uniformemente en toda la superficie del lugar, y aproximadamente una decena de personas se encontraban acomodadas o posicionadas de varias maneras en regiones aleatorias de dicho mini-parque; algunas de ellas estaban sentadas en los bancos, otras se encontraban bastante solitarias y aisladas. Algunas pocas estaban de pie sobre una gigantesca fuente de agua celebrando con indiscutible éxtasis, y aún menos personas estaban recostadas sobre el reflectante suelo. Uno apostaría que nada peculiar había en esa amplia plaza repleta de personas simplemente existiendo, pero más curioso uno se pondría al discernir que todos aquellos seres humanos tenían sobre sus ojos un mediano dispositivo que cubría en su totalidad el campo de visión. Era un aparato de realidades virtuales; el mundo sería lo que los ojos viesen, y el mundo se movería con ellos. Dentro de ese dispositivo se presentaba una realidad anómala a lo que la materialidad presentaba. En esos veinte centímetros de infinitas posibilidades, las reglas del mundo no eran las mismas, y los limites se veían tan reducidos como en un sueño lúcido. Uno podía estar en la Tierra, en Marte, en la estación espacial internacional o en unas vacaciones por las profundidades volcánicas y uno no sufriría el más mínimo daño. Uno podría surfear por rocas liquidas o bailar con leones hambrientos, se podría destruir un mundo y volverlo a reconstruir. Era efectivamente una escapatoria muy sofisticada, aunque disponía de un único problema: dicha realidad se veía reducida a una mera representación visual y sonora.

De repente la visión se volvió borrosa; centenares de colores inidentificables sucedieron a una velocidad abrumadora durante varios segundos, hasta que la visión volvió a ser clara: Se hallaban sobre un gran edificio minimalista.

En un sector recluido se encontraban cuatro grandes cubos color blanco perla los cuales hacían de mesa. Rodeando cada uno de ellos había cuatro personas que disponían de varias herramientas tales como trozos de arcilla, cinceles, mazas, martillos y punteros, y sobre el centro de cada uno de esos cubos reposaba una escultura en proceso. Con una gran paciencia observaron Anat y Renetet aquél calmado y concentrado espacio.

—Antes de que existan los mundos virtuales, esto era de lo más cercano que teníamos para manipular la representación del mundo —Dijo Anat—, las esculturas. Una representación visual de tres dimensiones, pero intemporal, quieta y pacífica. El tiempo detenido y contemplado. La modelación y manipulación de variables de alguna obra que se desea inmortalizar, permanente en la memoria para quien disponga de ojos y se permita contemplar dicha creación. Los egipcios, los griegos, los renacentistas; todos ellos nos revelaron un instinto tan fácil de observar; el deseo de la modelación y la permanencia. Pero… más allá de todo eso, hay algo más: hay un origen; un punto en el que todas las representaciones nacen, un sitio olvidado y difícil de discernir por las capas de complejidad que surgieron a partir del mismo. Así que si desea uno alcanzar ese génesis tan ansiado y enigmático, debe de seguir sumergiéndose en las profundidades de las realidades artificiales y manipulables.

Ahora yacían en un campo de perfecta y abundante hierba que se extendía en el infinito. Bastidores reposaban sobre el suelo fértil, y en ellos había cuadros a medio terminar. Delicados pintores dirigían sus pinceles con perfecto pulso. Algunos se detenían a observar su obra por un instante. En otros se podían discernir algunas lágrimas torpemente ocultas, pero la mayoría de ellos se encontraban inmersos sobre el panorama rectangular que tenían ante sus vivaces ojos: Un mundo paralelo, una representación de todavía menores dimensiones: la pintura.

—Dos dimensiones. Ancho y altura. Un mundo hecho e inmortalizado en combinaciones cromáticas y geométricas, invariable en la dimensión temporal, y únicamente visual. ¿Lo vas notando? Estamos yendo en orden decreciente, de mayor cantidad de sentidos y dimensiones hacía un estado cada vez más fundamental y con las tecnologías que respectivos momentos históricos tenían disponibles para representar y manipular el mundo. Pero lo cierto, Renetet, es que existe una representación del mundo aún mucho más fundamental, la cual carece de condición sensorial, y que también permite crear entidades de una forma ilimitada.

—El lenguaje—Respondió Renetet sin titubear.

—El lenguaje fue el primer sistema de representaciones: símbolos que establecen significado y que evocan a la consciencia tanto ideas, sentimientos, imágenes, sonidos, olores, entre otras tantas cosas. Con el lenguaje se puede crear mundos enteros en una completa e inconmensurable complejidad. Con el lenguaje puedes crear Dune y Ubik, Neuromante y Crónicas Marcianas. El lenguaje es establecimiento y manipulación. Letra con letra. Palabra con palabra.

Dos palabras, dos combinaciones; tres palabras, seis combinaciones; cuatro palabras, veinticuatro combinaciones. Un rango de posibilidades infinito, Renetet. Cada combinación difiere a otra ligeramente distinta. Con tan poco cambio se puede comunicar tan divergente significado, un significado que puede quedar inmortalizado en cuanto las palabras que lo constituyan perduren a lo largo del tiempo.

—Bien—Continuó recitando Anat—, hemos llegado a la primera forma de representación del mundo. Pero… ¿nunca te preguntaste a que me refiero concretamente con “el mundo”? ¿Qué es ese mundo del que tanto te hablé en cada uno de estos lugares visitados? Se trata de un sitio que en cuanto se llega al lenguaje se hace mucho más notorio, ya que, ¿de donde surge el lenguaje? ¿Lo puedes ver? ¿Puedes ver que se trata de la infinita capacidad humana para crear formas en la mente? ¿Puedes ver esa necesidad de materializar esas imágenes que muchas veces se tornan en deseos? Es eso, Renet: desear convertir la idea en materia, pues es lo que la humanidad hace desde que existe: ¿Qué es acaso la ciencia si no más que la idea convirtiéndose en materia? Pero lo cierto es que la ciencia tiene sus limites, ¿Entonces, cómo satisfacer lo que se encuentra mas allá de la ciencia? ¿No creamos para eso el arte, para escapar de las cadenas materiales? ¿No extenderíamos ese mundo material si se nos fuese permitido? ¿Para qué creamos lenguaje? ¿Para qué creamos pinturas y esculturas, mundos virtuales y simulaciones?

Lo hacemos para materializar la idea. Cada representación es una pequeña simulación. Toda pintura, toda escultura, toda realidad simulada, hasta el mundo en el que vivimos ahora, todo es producto de un cronograma asintótico que se acerca y se acerca, constantemente, sin receso, a la incesante necesidad humana de lidiar con sus fantasías infinitas.

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